Querido Padre Celestial, Alabanza Jesús dijo: “¿Y no hará Dios justicia a Sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? Les digo que pronto les hará justicia” (Lc 18:7–8). Te alabo hoy por escuchar las peticiones de Tu pueblo y por darles la justicia que desean. ¡Te alabo, Señor! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste cómo Jesús sanó a los diez leprosos en una aldea en la frontera entre Galilea y Samaria. En esta historia se destacaron varias cosas: 1) Las barreras raciales y sociales entre los judíos y los samaritanos se habían derribado por la enfermedad compartida por los leprosos. Esto me recuerda que todos somos iguales delante de la cruz, porque todos necesitamos el toque purificador de Jesús; 2) Jesús no sanó a los leprosos para enviarlos después al sacerdote. Al contrario, les mandó que se fueran, y “mientras iban, quedaron limpios”. Su mandato implicó que serían sanados, pero ellos tenían que creer y actuar antes de que sanaran. Esto me muestra que la fe verdadera obedece Tu Palabra; 3) solo un samaritano, “un extranjero”, volvió para alabar a Jesús y darle gracias. Los otros leprosos estaban felices de recibir Tu don, pero no les importó el Dador. Esto me enseña que un corazón agradecido sube de darme cuenta de cuán indigno soy y cuán digno eres Tú. Después de la sanidad, los fariseos preguntaron a Jesús cuando vendría el Reino de Dios. No podían entender que el Reino ya había llegado, porque su Rey estaba de pie en medio de ellos. Ante todo, Su Reino era espiritual, y aunque algún día se establecería en la tierra, ese momento llegaría en un futuro muy lejano (Lc 17:22). Entonces Jesús les dijo a Sus discípulos que todo parecerá completamente normal antes de que Él regrese para juzgar al mundo. Debían acordarse “de la mujer de Lot”, porque si no estaban preparados para salir, serían “tomados” por la muerte (Lc 17:37). La idea de una demora larga antes de Su regreso fue el contexto de Su próxima parábola. Dijo a Sus seguidores que “ellos debían orar en todo tiempo, y no desfallecer”. Él sabía que les sería fácil desanimarse mientras esperaban Su venida, y Él quería que supieran que Tú no eres como el juez injusto. No Te tardas en cumplir Tu promesa, sino que eres paciente, no queriendo que nadie perezca (2 P 3:9). La justicia llegará exactamente cuándo debe llegar, y desde la perspectiva de la eternidad, ¡su llegada será muy rápida! Al llegar a Judea, los fariseos probaron a Jesús al hacerle preguntas sobre el divorcio. Su respuesta me enseña que: a) Génesis es un registro de acontecimientos históricos que realmente sucedieron; b) Adán y Eva eran personas reales en la historia; c) Tú creaste el matrimonio para ser la unión de un hombre y una mujer—serán “una sola carne”; d) el matrimonio debe durar toda la vida; e) hay algunos pecados que pueden destruir un matrimonio; f) el divorcio solo debe ser el último recurso, y nunca se debe hacer ligeramente o sin razón explícita; g) la ley de Moisés sobre el divorcio tenía el fin de proteger a las mujeres, en lugar de dar a los hombres algún pretexto para su carne. Reflexión Es fácil condenar al fariseo en el templo por su actitud santurrona, pero cada momento en que me justifico al compararme con los demás, estoy de pie con él, enalteciéndome a mí mismo de orgullo. Petición Padre, dame la actitud que tenía el recaudador de impuestos. Recuérdame que no puedo hacer nada sin Ti. Cada día, imprime en mi corazón la verdad de que todo lo que soy o todo lo que seré solo es por Tu misericordia y por Tu gracia. Agradecimiento ¡Gracias por ofrecerme Tu misericordia cuando yo estaba perdido en mis pecados! Junto con el leproso samaritano, Te glorifico y Te agradezco con todo mi corazón. ¡Gloria al Cordero de Dios! En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Juan 11:25. |