Querido Padre Celestial, Alabanza Cuando Jesús entró en la barca, Sus discípulos Lo adoraron, diciendo: “¡En verdad eres Hijo de Dios!” (Mt 14:33). Digo: ‘¡Amén!’ y adoro a Tu Hijo Jesucristo por ser mi Salvador y mi Señor. Él es el Dios Poderoso y el Príncipe de Paz. ¡Toda la gloria y toda la honra sean para el Cordero de Dios, que hoy habla paz a mi corazón! ¡Te alabo, Señor! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste acerca de la alimentación de los cinco mil y cómo Jesús anduvo sobre el mar. Él y Sus discípulos estaban tan ocupados que no tenían tiempo para comer (Mr 6:31). Cuando intentaron apartarse de la multitud para descansar, ¡muchos de ellos descifraron adónde iban y llegaron antes que los discípulos! En vez de estar enojado o frustrado, Jesús tuvo compasión de ellos. Comenzó a enseñarles y a sanar a los enfermos. Esto me enseña que el ministerio exige que yo me entregue para servir a los demás. Habrán ocasiones cuando deberé suspender mis propias necesidades y mis propios deseos temporalmente para ayudar a los que Tú me envías. Al atardecer, los discípulos pidieron que Jesús despidiera a la multitud para que pudieran ir a comprar alimento en las aldeas de alrededor. Para su sorpresa, Jesús dijo: “No hay necesidad de que se vayan; denles ustedes de comer” (Mt 14:16). En medio de su consternación y confusión, Jesús preguntó a Felipe, que era de Betsaida (una aldea cercana): “¿Dónde compraremos pan para que coman éstos?” Jesús ya sabía lo que iba a hacer, pero hizo la pregunta para probar a Felipe y a los otros discípulos. Creo que esperaba que dijeran: “Maestro, no podemos dar de comer a esta gran multitud. No tenemos ni el dinero ni los recursos, sin embargo, Tú estás con nosotros, y sabemos que contigo todo es posible. Dinos lo que quieres que hagamos, y lo haremos”. (Señor, ¡dame esa clase de fe!) En lugar de eso, los discípulos solo se centraban en lo que no tenían, y pasaron por alto la verdad de que el Creador del universo estaba presente con ellos. Esto me muestra cuán fácil es olvidar que Tú estás conmigo. En Ti hay toda la gracia, todo el poder y toda la fuerza que necesito para ser un vencedor. Jesús le dio de comer a la multitud, pero intentaron hacerlo rey por la fuerza, Él los despidió, y entonces se fue solo al monte para orar. Después, cuando los discípulos remaban fatigados contra el viento, Jesús fue hacia ellos andando sobre el mar. Pedro aprendió una lección esa noche sobre la fe, y es algo que yo también debo aprender. Debo tener puestos los ojos en Jesucristo, el autor y consumador de mi fe (He 12:2). Si no fijo la mirada en Él, ignorando al resto, terminaré por clavar los ojos en el viento y en las olas, y no pasará mucho tiempo antes de que me hunda bajo un mar de dudas y desesperación. Padre, ¡ayúdame a mantener los ojos puestos en Jesús! Reflexión Marcos dijo: “Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones” (Mr 6:52 RVR60). Su argumento era que los discípulos no deberían haberse sorprendido al ver a Jesús andando sobre el mar justo después de que había alimentado a la multitud. ¿Tengo un corazón endurecido como lo tenían ellos? ¿Me sorprendo al ver Tu provisión, aunque vez tras vez, me has sido fiel? Petición Padre, ¡fortalece mi fe! Ayúdame a sacar las conclusiones correctas por medio de mi fe en Tu Hijo, y guíame para aplicar esas verdades a mi vida. Quiero entender— ¡no quiero tener un corazón endurecido! Agradecimiento Gracias por extender la mano para salvarme en cada momento en que empiezo a hundir. ¡Qué feliz estoy que eres compasivo y que siempre estás dispuesto a perdonarme, tomar mi mano, y llevarme otra vez a la barca! En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Marcos 6:50. |