Querido Padre Celestial, Alabanza La historia de la misericordia y el amor que extendiste hacia los endemoniados me inspira mucho al considerar dónde estaban: en las regiones gentiles, entre los sepulcros y cerca de una manada de cerdos inmundos. ¡No había ningún judío bueno que se hubiera acercado a tal lugar! Pero Jesús vino y ofreció libertad a dos gentiles esclavizados a la voluntad de Satanás. ¡Aleluya, qué Salvador! ¡Toda la gloria sea para el Cordero de Dios! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste sobre cómo Jesús calmó la tempestad en el Mar de Galilea, el exorcismo de los dos endemoniados, la curación de la mujer con flujo de sangre, y la resucitación de la hija de Jairo. Siempre me maravillo al leer cómo calmaste la tempestad, no porque Jesús tenía poder sobre la naturaleza, sino por lo que dijo Jesús a Sus discípulos: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?” (Mt 8:26). A mí, ¡me parece perfectamente normal tener miedo al darse cuenta de que su barca está hundiéndose en una gran tempestad en medio de un lago! Jesús les reprochó por su miedo, atribuyéndolo a la falta de fe, y me pregunto: ¿qué había dicho Jesús que ellos no creían? Jesús les dijo: “Pasemos al otro lado del lago” (Lc 8:22). Esto quería decir que iban a cruzar el lago sanos y salvos, porque Jesús no les mandaría hacer algo que no pudieran obedecer. Así como Jesús mandó a Pedro, diciendo “Ven” y cuando empezó a hundirse, le reprochó por su falta de fe (Mt 14:29–31), en ese momento Jesús mandó a Sus discípulos, diciendo “pasemos” y cuando se atemorizaron en medio de la tempestad los reprendió por su falta de fe (Mr 4:35–41). La fe cree lo que dices y confía completamente en Ti y que cumplirás lo que has prometido. La fe cree que cuando dices “vámonos”, no hay que temer, porque me mostrarás el camino. Al llegar al otro lado, fueron a Su encuentro los dos endemoniados. Los demonios controlaban sus cuerpos y les provocaban a violencia, desnudez, y mutilación de sí mismos. Satanás desnuda a sus víctimas, porque él sabe que la desnudez es vergonzosa (v. Gn 3:7, 21; Is 47:3). Después de que Jesús echó fuera a los demonios, los hombres estaban tranquilos, vestidos y en su juicio cabal. Esto me enseña que debo vestirme con modestia, porque si no tengo cuidado, seré tentado para vestirme de una manera que trae vergüenza sobre mí y sobre Cristo mismo (1 Ti 2:9). Jesús esperaba descansar en Gadara, pero el pueblo Le rogó que saliera, y pasó al otro lado del lago. Al llegar, las multitudes vinieron a Él, y Jairo pidió que viniera para sanar a su hija. Cuando los llorones les dijeron que la niña había muerto, Jesús dijo: “No temas, cree solamente” (Mr 5:36). Otra vez, Jesús contrastó el temor con la fe. Ya había prometido venir y sanar a la niña, y cuando Jesús viene, la fe cree que Él cumplirá Sus promesas. ¡No hay que tener miedo cuando Cristo está cerca! Reflexión La mujer con el flujo de sangre estaba tan convencida de que Jesús la podía sanar que se dijo: “Si tan sólo toco Sus ropas, sanaré” (Mr 5:28). ¿Es el tipo de fe que tengo yo? ¿Estoy completamente convencido de que cumplirás lo que has prometido? (v. He 11:6). Petición Padre, dame una fe que no dé lugar al miedo, una fe que permanezca firme en medio de las tempestades y las tribulaciones de esta vida. Ayúdame a alcanzar un testimonio que Te agrade, y dame la ayuda que necesito para seguir firme en la fe hasta el fin de mi carrera (He 11:4). Agradecimiento Los dos ciegos gritaron: “¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!” y Te detuviste para sanarlos. ¡Gracias por darme la misma misericordia! ¡Te alabo, Señor! En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Mateo 9:29. |