Querido Padre Celestial, Alabanza Cuando los hermanos y la madre de Jesús llegaron para hablar con Él, aprovechó la ocasión para enseñar a sus discípulos que la verdadera familia de Cristo son los que cumplen Tu voluntad. Te alabo hoy por el privilegio de llamarte “Padre”. ¡Qué maravilloso es ser adoptado en Tu familia como coheredero con Cristo! Él es mi Señor y mi Salvador, pero también es mi hermano y mi amigo. ¡Te alabo, Señor! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste más acerca del ministerio que Jesús tuvo cerca de Galilea. La historia de la mujer pecadora y el fariseo me fascina. En algún momento reciente, la mujer había encontrado a Jesús y sus “muchos” pecados se le habían sido perdonados (v. Lc 7:47a). Al descubrir que Jesús estaba en la casa de Simón, ella demostró su amor y su gratitud al ungir los pies de Jesús. En su corazón, Simón condenó a Jesús por no saber cómo era tal mujer, pero Jesús reveló que era Simón el que estaba ciego. Le dijo una parábola para ilustrar que todos los que han sido perdonados lo demuestran por medio de su gratitud y por su amor. Simón no le había ofrecido a su huésped Jesús ni aun la más pequeña de las gentilezas, pero la mujer lo había hecho. Jesús hizo claro su punto: el amor de la mujer era una señal de que le habían sido perdonados sus pecados, mientras que la descortesía de Simón era señal de que sus pecados permanecían en él. Esto me enseña que el amor y la gratitud suben de un corazón purificado del pecado. Si no hay amor ni gratitud, es seguro que la persona no ha experimentado Tu perdón. También me muestra la gravedad de pecar. Algunos han pecado más que otros, pero al final, todos hemos pecado, entonces a todos nosotros se nos había perdonado mucho. Por eso, todos nosotros debemos amar mucho. Al darse cuenta de que el pueblo se preguntaba si Jesús era el Mesías, los escribas y los fariseos les dijeron: “Tiene a Beelzebú; y expulsa los demonios por medio del príncipe de los demonios” (Mr 3:22). Jesús les mostró inmediatamente la insensatez de su acusación, y les advirtió que si seguían atribuyendo intencionalmente la obra del Espíritu Santo a Satanás, cometerían una blasfemia que nunca sería perdonada. Pero en lugar de escuchar Su advertencia, respondieron diciendo: “Maestro, queremos ver una señal (un milagro) de parte Tuya” (Mt 12:38). Esta no era una petición respetuosa hecha por fe, sino una exigencia desdeñosa de su incredulidad. Jesús percibió en ellos el mismo corazón malo de incredulidad que tenían sus padres en la generación del éxodo (v. Sal 78:19–20), y se negó a darles otra señal que la señal de Jonás (una referencia a Su resurrección). Además, les reprochó al decirles que ellos serían condenados por los gentiles en el juicio, y si no se arrepentían, serían como un hombre liberado de demonios que luego es poseído de nuevo. El ministerio de Jesús entre ellos quedaría en nada si no Lo aceptaban como su Señor y su Salvador. De hecho, ¡terminarían en un estado aún peor que antes! Reflexión Jesús dijo: “El que no está a favor Mío, está contra Mí; y el que no recoge a Mi lado, desparrama” (Mt 12:30). Esto me enseña que no hay ningún terreno neutral—o estoy a Tu favor o estoy contra Ti. Petición Padre, Te pido que llenes mi corazón con gratitud y amor por Ti. ¡Ayúdame a no olvidar que verdaderamente me has perdonado mucho! Agradecimiento Gracias por las bendiciones que vienen de servirte a Ti. Deseo ser un discípulo de Tu Hijo, Jesucristo. ¡Que yo siempre Lo siga a dondequiera que vaya! En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Mateo 12:50. |