Querido Padre Celestial, Alabanza Oh, cuánto amo esas palabras bien conocidas: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Junto con el autor del himno, digo: “Aleluya, que Su Nombre puede dar salud al hombre, levantarlo del pecado y la maldad. Cuento hoy la dulce historia. Canto: ‘¡Gloria, gloria, gloria! ¡Aleluya! ¡Cristo me salvó!’” ¡Te alabo, Señor! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste sobre la primera vez que Jesús purificó el templo y las conversaciones que tuvo con Nicodemo y con la mujer samaritana. Los atrios del templo estaban llenos de miles de visitantes durante la Pascua, y los líderes religiosos permitían que los cambistas (se debía pagar el impuesto del templo con monedas tirias de plata) y los mercaderes (muchos no podían traer sus propios animales) hicieran negocios en el Atrio de los Gentiles. Finalmente, el atrio estaba tan lleno de comerciantes que a los gentiles les resultaba difícil orar y adorar. ¡No es de extrañar que Jesús se enfadara! El Espíritu Le mandó que los echara fuera del atrio del templo por la fuerza, pero el hecho de que los romanos no intervinieron muestra que no estaba provocando disturbios. Era firme y fuerte, pero no era cruel, ni odioso, ni estaba fuera de control. Esto me enseña que si tengo celo por Tu casa, no permaneceré callado cuando los demás tergiversan sus propósitos. La conversación que Jesús tuvo con Nicodemo me muestra varias verdades importantes sobre Tu Reino: (a) es proclamado por los profetas (v. Ez 11:19–20; 36:25–27), (b) se entra a él por el renacimiento espiritual, no por linaje humano, (c) sus ciudadanos creen en el Hijo de Dios y practican Su verdad, y (d) actualmente está presente en los corazones de los nacidos del Espíritu. La conversación de Jesús con la mujer samaritana me enseña mucho sobre cómo evangelizar: (1) Jesús obedeció lo que Le dijo el Espíritu, dando comienzo a la conversación (ella Lo hubiera ignorado), (2) no permitió que su cansancio Le impidiera hablar con ella, (3) Él usó el entorno (el agua del pozo) como un punto de partida para darle la verdad espiritual (el agua viva), (4) Él apeló a su curiosidad mientras también identificó su necesidad, (5) no discutió con ella sobre sus diferencias étnicas y teológicas, (6) le dijo las buenas nuevas del evangelio, (7) habló con ella con franqueza sobre su estado espiritual, (8) explicó la unidad espiritual que hay entre los que Te adoran en espíritu, (9) no permitió que demorara para tomar una decisión, (10) no dejó que Sus discípulos Le impidieran predicar el evangelio, y (11) no le importó que sus planes fueran cambiados, porque se quedó y ministró en Samaria. ¡Es maravilloso cuánto puedo aprender solamente por escuchar a Jesús! Reflexión La decisión que tomó Jesús para purificar el atrio del templo subraya la importancia de no dejar que los comercios invadan el lugar de oración y adoración. ¿Permito que las preocupaciones cotidianas me impidan los momentos en que debo orar y adorarte? Petición Padre, dame un celo por Tu casa y un deseo ardiente para ver que sea usada para exaltar Tu Nombre. Ayúdame a ser audaz al proclamar las buenas nuevas del evangelio. ¡Qué yo rescate a los perdidos para Ti! Agradecimiento Gracias por enviar Tu luz al mundo (Jn 3:19). Lo enviaste “para que el mundo sea salvo por Él” (Jn 3:17). No quieres que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 P 3:9). ¡Gloria a Dios! En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Juan 3:36. |