Querido Padre Celestial,

Alabanza

La lectura de hoy me recuerda las palabras de Josué: “…y ustedes saben con todo su corazón y con toda su alma que ninguna de las buenas palabras que el Señor su Dios habló acerca de ustedes ha faltado. Todas les han sido cumplidas, ninguna de ellas ha faltado” (Jos 23:14). Tú prometiste que harías que Judá volviera a su tierra, y fuiste fiel para cumplir Tu promesa. ¡Te alabo, Señor!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste sobre la llegada de los desterrados a Jerusalén. Esdras dice que algunos de los que regresaron no pudieron probar que eran israelitas. Tampoco los nombres de algunos de los “hijos de los sacerdotes” fueron hallados en los archivos genealógicos. Por eso, se les consideró inmundos y fueron excluidos del sacerdocio hasta que su estatus pudiera ser aclarado con el Urim y Tumim (1 S 14:41). Esto muestra cuán importantes fueron las genealogías para poder seguir las leyes de Tu pacto, y me enseña que tomas muy en serio los mandatos que das a Tu pueblo. La vida cristiana es más que los asuntos del corazón; también tiene que ver con la santidad de palabra y de hecho. Al mes séptimo, el pueblo se reunió en Jerusalén para edificar el altar y para celebrar la fiesta de los tabernáculos. Esdras dijo “Asentaron el altar sobre su base, porque estaban aterrorizados a causa de los pueblos de aquellas tierras; y sobre él ofrecieron holocaustos al Señor, los holocaustos de la mañana y de la tarde” (Esd 3:3). Esto me enseña que habrá ocasiones cuando tendré miedo de hacer lo que yo sé que es Tu voluntad (¡tal vez estaré aterrorizado!). En esos momentos, debo superar mi miedo por medio de Tu gracia y obedecerte a pesar de los riesgos y lo desconocido.

Reflexión

Esdras hizo notar que el pueblo se fijara en los detalles; el altar fue edificado y todo fue hecho “como está escrito en la ley de Moisés” (Esd 3:2). Esto probó que el pueblo respetó Tu Palabra e hizo su mejor para seguir Tus instrucciones. ¿Tengo yo cuidado de obedecer Tus leyes y de llevar a cabo Tus mandatos? (v. Ap 2:5)

Petición

Padre, hubiera sido fácil para el remanente estar contentos con el hecho de que habían llegado seguros a su tierra. Pero al contrario, concentraron sus esfuerzos en lo que Te importaba, es decir, la edificación del altar y del templo, y también en su llamamiento para ser un sacerdocio santo. Ayúdame a imitar su ejemplo. ¡Dame la gracia que necesito para resistir los espinos de la vida que ahogan Tu Palabra y para dar fruto en Tu Reino! (Mt 13:3–8)

Agradecimiento

Gracias por ser el Dios que me ofrece nuevas oportunidades. Te agradezco mucho por las muchas veces que me has perdonado para restaurar mi comunión contigo. Toda la alabanza sea al Cordero de Dios, ¡que quita el pecado del mundo! (Jn 1:29).

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Esdras 3:4.