Querido Padre Celestial, Alabanza El pueblo dijo: “Pero Tú, oh Señor, reinas para siempre, Tu trono permanece de generación en generación” (Lam 5:19). Estas palabras Te honran como el Rey soberano y supremo del universo. Porque eres ese Dios, el pueblo quebrantado podía venir delante de Ti y pedir Tu misericordia. ¡Eres digno de mi adoración y de mi alabanza! ¡Eres el Dios que sana, que renueva y que restaura! ¡Todo el poder y toda la gloria sean para Ti, el Rey de reyes! ¡Aleluya! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste la parte final de Tu lamento sobre la destrucción de Jerusalén. En conjunto, Lamentaciones responde a la pregunta: ‘¿Cómo debía responder Tu pueblo al juicio terrible que le había sobrevenido por causa de su maldad?’ Antes, dijiste que debían darse cuenta del nivel al que habían descendido, que podían reconocer que fue su pecado lo que les había llevado hacia su destrucción, y tenían que aceptar la pena y el dolor de Tu juicio, que debían reconocer a Quién habían desechado, que podían arrepentirse y volver a Ti, y que tenían que dejar la venganza en Tus poderosas manos. Hoy, les dijiste por qué su juicio fue tan horroroso—“La iniquidad de la hija de mi pueblo es mayor que el pecado de Sodoma, que fue derribada en un instante sin que manos actuaran contra ella” (Lam 4:6). Muchas cosas terribles sucedieron en la ciudad de Jerusalén, incluso que las madres cocieron y comieron a sus propios hijos (Lam 4:10), pero la verdad es que no fue completamente destruida debido a Tu misericordia, ¡porque su pecado era mayor que el de Sodoma! Segundo, les mandaste que llevaran a Ti su dolor y sus lamentaciones por medio de oración—“Acuérdate, oh Señor, de lo que nos ha sucedido; mira y ve nuestro oprobio” (Lam 5:1). Debían soportar su castigo sin quejarse, pero podían dejar a Tus pies su sufrimiento y pedir Tu misericordia: “Ha caído la corona de nuestra cabeza. ¡Ay de nosotros, pues hemos pecado!” (Lam 5:16). Finalmente, les instaste a que Te pidieran la restauración—“Restáuranos a Ti, oh Señor, y seremos restaurados; renueva nuestros días como antaño” (Lam 5:21). Esta no era una petición para que pudieran volver a la maldad y a la idolatría de los años anteriores, sino que era una petición para que Tú los llevaras de nuevo a la fidelidad y al amor de estar en un pacto contigo. Querías que ellos entendieran que la verdadera restauración solo se halla en una relación de amor y de obediencia contigo. El libro de Lamentaciones termina con un llamado a buscar la restauración en el único y verdadero Dios. ¡Te alabo, Señor! Reflexión “Una alta vocación ignorada por una baja vida resulta en un gran sufrimiento” (cita traducida de Life Application Study Bible). ¡Qué verdadero! ¿Vivo de tal manera que traigo toda la gloria y toda la honra a Ti, mi Señor y Salvador, Jesucristo? Petición Padre, al escuchar el llanto de Tu pueblo y al mirar las lágrimas que caen, ¡me veo obligado para pedirte la fuerza y el valor que necesito para vivir en justicia! Ayúdame a permanecer firme en contra de “esta patente oscuridad”— ¡que yo siempre sea una luz reluciente por Ti! Agradecimiento Gracias por el libro de Lamentaciones. ¡Quiero que siempre sea en mi corazón un testimonio de la devastación de surge de una vida egoísta y pecaminosa! En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Lamentaciones 5:21. |