Querido Padre Celestial, Alabanza Tú dijiste: “Viene uno que subirá como león de la espesura del Jordán… y en un instante lo haré huir de él, y al que sea escogido nombraré sobre él. Porque ¿quién es como Yo y quién Me citará a juicio? ¿Quién es el pastor que Me podrá resistir?” De hecho, eres el Gran Pastor, el León de la tribu de Judá. ¡Tú eres el Rey de reyes y el Señor de señores! ¡Toda la alabanza y toda la honra sean al Rey de gloria! ¡Aleluya! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste sobre la profecía de Jeremías de la destrucción futura de Babilonia. Mientras que Jeremías estaba recibiendo de Ti esta profecía, el Imperio Babilónico estaba en el momento cumbre de su poder. Asiria y Egipto, ambos, habían sido derrotados, y Judá estaba firmemente bajo el control de Nabucodonosor. Jerusalén había sido saqueada dos veces, y la mayor parte de su población estaba desterrada. Para ellos, debió haber parecido como si Babilonia permanecería para siempre. ¡Pero Tú eres el Dios soberano! Supiste que Babilonia tenía los días contados—como el rollo que Seraías arrojó en medio del Eufrates, “se hundirá y no se levantará más” (Jer 51:64). Me alienta saber que aunque la maldad triunfe por algún periodo de tiempo, ¡su destino es hundirse bajo las olas de Tu juicio! La profecía de Jeremías describe algunos acontecimientos que iban a estar separados por el tiempo: Babilonia sería vencida por el Imperio Medo-Persa en 539 ac, pero la destrucción completa de la ciudad (Jer 50:39–40; 51:6, 26) y la restauración prometida de ambos Israel y Judá (Jer 50:4–5, 19–20) actualmente no han sido cumplidas. Jeremías vio más de la destrucción de la Babilonia Antigua; también profetizó una destrucción escatológica de una Babilonia futura. La destrucción de esa ciudad malvada será el punto culminante de Tu juicio de las naciones gentiles y abrirá el camino para la realización de Tus promesas para Israel. En estos versículos me enseñas algunas lecciones importantes. Primero: Tú eres justo: “‘Y pagaré a Babilonia y a todos los habitantes de Caldea todo el mal que han hecho en Sion delante de los ojos de ustedes’, declara el Señor” (Jer 51:24). Porque eres justo, pagas a los malvados por todas sus acciones pecaminosas. Segundo, Tú eres todopoderoso: “Él es el que hizo la tierra con Su poder, el que estableció el mundo con Su sabiduría, y con Su inteligencia extendió los cielos” (Jer 51:15). ¡La destrucción de Babilonia no es difícil para el Dios que creó la tierra! Tercero, Tú respondes a mis oraciones: “‘Caiga sobre Babilonia la violencia hecha a mí y a mi carne’, dirá la moradora de Sion. ‘Caiga mi sangre sobre los habitantes de Caldea’, dirá Jerusalén. Por tanto, así dice el Señor: ‘Yo defenderé tu causa, y ejecutaré tu venganza’” (Jer 51:35–36a). La oración del pueblo pidiendo Tu venganza fue adecuada, y fue apropiada Tu respuesta para ellos, ¡porque Tú eres el vengador de los santos! Reflexión El orgullo fue uno de los pecados principales de Babilonia (Jer 50:31–32) —con absoluto descaro “se [había] vuelto insolente contra el Señor, contra el Santo de Israel” (Jer 50:29). Necesito recordar que cuando cedo al orgullo, ¡soy exactamente como los de Babilonia! Petición Padre, cuando parece que los malvados hacen lo que quieren en este mundo, ayúdame a no olvidar que “¡Dios no murió, tampoco duerme, el Mal fallará, el Bien prevalecerá, con paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!” Agradecimiento ¡Gracias por el mensaje de Tu triunfo final sobre la Babilonia futura! En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Jeremías 51:45. |