Querido Padre Celestial, Alabanza El pueblo que Tú amaste Te había traicionado y desechado, pero dijiste: “‘Regresa, infiel Israel,’ declara el Señor, ‘no te miraré con ira, porque soy misericordioso,’ declara el Señor; ‘no guardaré rencor para siempre. Vuelvan, hijos infieles, Yo sanaré su infidelidad’” (Jer 3:12, 22). ¡Qué sublime gracia! ¡Te alabo hoy, y exalto Tu Nombre! ¡Aleluya! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste sobre el comienzo del ministerio de Jeremías como Tu “profeta a las naciones” (Jer 1:5). Revelaste a Jeremías que lo habías elegido para ser Tu profeta incluso antes de que fuera concebido. Esto significa que pensabas en mí, y estabas planeando mi vida mucho antes de que yo naciera. Cuando me veo tentado a sentirme insignificante o incapaz, puedo recordar que Tú tienes un propósito para mi vida, y en Tus ojos siempre tengo valor. Jeremías estuvo consternado con Tu llamamiento—seguramente, ¡era demasiado joven para ser un profeta! No sabía cómo hablar, y tenía miedo de proclamar Tu mensaje “a las naciones”. Pero le dijiste: “No digas: ‘Soy joven’…y…no tengas temor ante ellos, porque contigo estoy para librarte” (Jer 1:7–8). La verdad es que probablemente Jeremías tenía razón—tal vez era demasiado joven, y es cierto que tenía miedo. Pero como Jeremías, yo necesito pensar de mi vida en términos de Tu Presencia. Así como se lo dijiste a Gedeón, “El Señor está contigo, valiente guerrero”, también se lo dijiste a Jeremías, “Y todo lo que te mande, dirás… porque contigo estoy”. Esto me enseña que Tu Presencia es lo que realmente importa. Me darás la fuerza y el poder para obedecer Tus órdenes siempre que mi corazón esté resuelto a hacer Tu voluntad. Enviaste a Jeremías al reino de Judá primero, y él declaró a oídos de todos en Jerusalén: “¿Qué injusticia hallaron en Mí sus padres, para que se alejaran de Mí y anduvieran tras lo vano y se hicieran vanos?” (Jer 2:5). Desde el momento en que Israel entró en Canaán hasta el día en que profetizó Jeremías, se habían rebelado contra Ti y alabaron a otros dioses. “‘Por tanto, aún lidiaré con ustedes,’ declara el Señor, también con los hijos de sus hijos lidiaré’” (Jer 2:9). Jeremías dio ejemplo tras ejemplo de cuán escandaloso era el pecado de Israel. Se negaron a avergonzarse y con descaro Te llamaron su ‘Padre, diciendo: “¿Vas a estar siempre enojado? ¿Te va a durar la ira para siempre?” Tú les respondiste: “Y mientras decías esto, ¡hacías todo el mal que podías!” (Jer 3:4–5 DHH). ¿Qué es lo que querías de Tu pueblo? “Oh, Israel… vuélvete a Mí…rompan la tierra no labrada…circuncídense para el Señor, y ¡quiten los prepucios de sus corazones!” (Jer 4:1–4). Más que nada, Tú deseabas que ellos se volvieran en arrepentimiento sincero y que Te obedecieran por amor. ¡Que siempre ésa sea la característica de mi corazón y de mi vida! Reflexión Tú prometiste estar con Jeremías y cuidarlo, pero nunca prometiste quitar todos los problemas de su vida. Así es en mi vida—las tempestades de la vida vendrán, pero me guardarás y me fortalecerás durante ellas. Petición Padre, no me dejes olvidar que lo que importa más que nada es Tu Presencia en mi vida. Si Tú estás conmigo, ¿quién estará contra mí? (Ro 8:31). Ayúdame a seguir fiel en hacer la obra que me das dado. Agradecimiento ¡Gracias por la vida de Jeremías! Es un ejemplo inspirador de lo que puedes hacer cuando ponemos nuestras manos en las Tuyas y nos aferramos a Ti por amor. ¡Aleluya! En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Jeremías 1:12. |