Querido Padre Celestial, Alabanza Habacuc dijo: “Oh Señor, he oído lo que se dice de Ti y temí” (Hab 3:2a). Tu esplendor cubre los cielos, y de Tu alabanza está llena la tierra. Delante de Ti va la pestilencia, y la plaga sigue Tus pasos. Me postro en adoración ante Tu gran poder, y exalto Tu Nombre. “El Señor, Dios, es mi fortaleza” (Hab 3:19a) — ¡en Ti confiaré! ¡Aleluya! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste cómo llevaste a Habacuc desde las quejas hasta las alabanzas. Habacuc vivió durante el reinado de Manasés—maldad e iniquidad estaban en todas partes. Clamó a Ti, pidiendo Tu ayuda, pero no le escuchaste; gritó: “¡Violencia!” pero no lo salvaste. Habacuc no podía entender por qué permitías que los impíos “[asediaran] al justo; por eso sale pervertida la justicia” (Hab 1:4b). Entiendo bien la frustración y la confusión de Habacuc. Muchas veces parece que estás callado mientras prosperan los malvados, y me hago las preguntas “¿Por cuánto tiempo? y “¿Por qué?” vez tras vez. Le respondiste a Habacuc dirigiéndote a él y a los demás justos—“Haré una obra en sus días que ustedes no la creerían si alguien se las contara” (Hab 1:5). Estabas levantando el imperio babilónico, y caería sobre Judá como un mazazo. Los pecados de Judá no quedarían sin castigo—se acercaba la justicia. Esto me enseña que cuando parece que la maldad está triunfando, la verdad es que está solamente pavoneándose sobre el escenario que has preparado para Tu ira y Tu juicio. Sin embargo, Habacuc no se animó al considerar una solución babilónica para los problemas de Judá. Al contrario, se horrorizó— ¿cómo podías “[guardar] silencio cuando el impío devora al que es más justo que él”? (Hab 1:13) Sin duda Judá había pecado, ¡pero no era culpable de las atrocidades cometidas por Babilonia! Tu respuesta llegó en una visión del futuro. La profecía no sería cumplida inmediatamente, pero dijiste: “Aunque tarde, espérala; porque ciertamente vendrá, no tardará” (Hab 2:3b). Babilonia era orgullosa, y su soberbia causaría su destrucción última; “Mas el justo por su fe vivirá” (Hab 2:4b). Estabas diciendo a Habacuc que aunque Babilonia sería usada para castigar a Judá, ellos mismos tendrían su día de justicia. La cosa importante era que los justos vivían por su fe. Este versículo se cita tres veces en el Nuevo Testamento. En Romanos 1:17, la salvación es recibida por cualquiera que crea (“por la fe”). En Hebreos 10:38, los justos perseveran hasta el fin “por la fe”. En Gálatas 3:11, los creyentes se justifican ante Dios “por la fe”. La fe puesta en Ti y en Tu Palabra es lo que guardaría seguros a Habacuc y al remanente justo mientras que la tempestad de Tu juicio se desplomaba sobre la nación, ¡y actualmente es esa fe la que me protege! El libro de Habacuc se termina con un canto de alabanza—el profeta se postró en adoración ante Tu esplendor y declaró su confianza en Tu soberanía. ¡Qué cuadro tan bello de cómo dejar las quejas de lado y alabar Tu Nombre! Reflexión Habacuc se quejó amargamente de Tu aparente silencio ante el pecado, pero todo el tiempo, estabas obrando para cumplir Tus planes de juicio y de justicia. ¡Debo estar quieto y saber que Tú eres Dios! (Sal 46:10). Petición Padre, cuando el mundo que veo por todas partes está lleno de conflicto y discordia, ayúdame a tener puestos los ojos en Jesús. ¡Dame un corazón que Te ame más que nada y una fe que permanezca hasta el fin! Agradecimiento Me gusta mucho la actitud de Habacuc—“Aunque la higuera no eche brotes, ni haya fruto en las viñas… con todo yo me alegraré en el Señor, me regocijaré en el Dios de mi salvación” (Hab 3:17–18). ¡Aleluya! En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Habacuc 2:20. |