Querido Padre Celestial,

Alabanza

¿A quién puedo compararte y quién es como Tú? Alzo a lo alto mis ojos y veo las estrellas. Creaste cada una de ellas—Tú las haces salir en orden y a todas llamas por su nombre. Por la grandeza de Tu fuerza y la fortaleza de Tu poder, no falta ni una (Is 40:26). ¡Grande eres, oh Señor, y muy digno de ser alabado! ¡Te alabo, Señor!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me contaste la primera parte del “Libro de la Consolación” de Isaías (Is 40–48). El libro de Isaías da un giro radical en el capítulo cuarenta. En lugar de seguir advirtiendo a Judá sobre el juicio inminente, Isaías le ofreció consuelo, y su enfoque cambió del castigo por el pecado a la restauración que vendría después del exilio. El exilio venidero de Judá no sucedería sino hasta por lo menos en 100 años, pero aun así Isaías dirigió su mensaje al pueblo de ese tiempo como si estuviera presente con ellos. Isaías les dijo a los exiliados de Judá que todavía los amabas. Sí que les habías dado “el doble” por sus pecados, pero no los habías dejado de lado para siempre. De hecho, Isaías escuchó una voz diciendo: “Preparen en el desierto camino al Señor” (Is 40:3). ¡Era la voz de Juan el Bautista instando al pueblo para que prepararan sus corazones para recibir al Mesías! Tu Siervo fiel venía, y salvaría a Su pueblo de sus pecados. Esto me enseña la importancia de guardar mi corazón tierno y arrepentido. Los que se humillan y esperan en Ti experimentarán el cuidado del Pastor y la fortaleza de su Dios. Isaías proclamó que eres el único verdadero Dios, y expuso a los ídolos de las naciones como inútiles piezas de madera y metal. No podían predecir el futuro, y no podían controlar los reinos de los hombres. Isaías hizo esta pregunta a su audiencia: “¿Quién ha levantado del oriente [Ciro] al que Él llama en justicia a sus pies? ¿Quién lo ha hecho y lo ha realizado? (Is 41:2, 4a). La respuesta se dio—“Yo, el Señor” (Is 41:4b). Las naciones temblarían ante los ejércitos de Ciro, y pedirían que sus dioses les salvaran. Pero Judá no tenía que temer al poderoso imperio persa, “porque Yo soy tu Dios” (Is 41:10). Esto me enseña que debo confiar en la Única Persona que “declara el fin desde el principio” (Is 46:10) — ¡el Dios que usa a los reyes de este mundo para cumplir Sus propósitos! Entonces Isaías anunció la venida del Mesías: “Este es Mi siervo, a quien Yo sostengo, Mi escogido, en quien Mi alma se complace. He puesto Mi Espíritu sobre Él; Él traerá justicia a las naciones” (Is 42:1). Este cántico es el primero de “Los Cánticos del Siervo” por Isaías que hablan del ministerio terrenal de Jesucristo. Abrirá los ojos a los ciegos y sacará de la cárcel a los presos y de la prisión a los que moran en tinieblas. Será puesto “como pacto para el pueblo, como luz para las naciones” (Is 42:6).

Reflexión

Todos nosotros queremos que nuestras fuerzas sean renovadas. Queremos remontarnos con alas como las águilas, correr y no cansarnos, caminar y no fatigarnos (Is 40:31). ¿Pero estamos dispuestos a hacer lo que es primero? ¿Estamos dispuestos a “esperar en el Señor”?

Petición

Padre, cuando me siento abandonado, ayúdame a recordar lo que yo sé que es cierto—“El Dios eterno, el Señor, el creador de los confines de la tierra no se fatiga ni se cansa. Su entendimiento es inescrutable” (Is 40:27–28).

Agradecimiento

Gracias por el mensaje consolador de Isaías—“No temas, porque Yo estoy contigo; no te desalientes, porque Yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de Mi justicia” (Is 41:10).

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Isaías 40:11.