Querido Padre Celestial, Alabanza Tu misericordia y Tu gracia son incomparables. Cuando Joacaz, hijo de Jehú, imploró el favor Tuyo, Tú lo escuchaste. Le diste a Israel un libertador y la paz con sus enemigos. ¡Cuán sublime es Tu gracia! ¡Te alabo, Señor! Hoy en Tu Palabra Hoy me hablaste de la trágica historia de cómo Joás, un rey piadoso, llegó a ser el asesino del hijo de Joiada, Zacarías. Joás comenzó a reinar a la edad de los siete años, siguiendo todas las instrucciones de Joiada, el sacerdote que lo había salvado de la masacre de su abuela, Atalía. Después de dieciséis años, teniendo veintitrés, Joás empezó a restaurar el templo que había quedado muy dañado durante los reinados idólatras de sus antepasados. Joás urgió a los Levitas para que se apresuraran pero no lo hicieron. Pasaron seis años y el templo no se había reparado. Joás llamó a Joiada y a los demás sacerdotes y los hizo dar cuentas por la falta de trabajo (2 R 12:7). Joás se involucró personalmente en la colección del dinero, y él mismo y Joiada se lo dieron a los que hicieron las reparaciones. Por medio de dedicación y perseverancia el templo se restauró y fue reforzado. Pasaron catorce años cuando murió Joiada a la gran edad de ciento treinta años. Poco después de la muerte de Joiada, vinieron ante el rey los oficiales de Judá aconsejándole que abandonara al Señor y que sirviera a los ídolos. Él los escuchó e hizo que Judá pecara. Joás reparó el templo pero se negó a reparar los corazones de Tu pueblo. La restauración del templo fue una cosa muy buena, pero la condición del templo era un síntoma de un problema más profundo, la falta de amor por Ti. Este es el error que frecuentemente cometemos en el ministerio. Gastamos tanto dinero y tiempo en mejorar la obra que ignoramos lo que es verdaderamente necesario, un avivamiento de los corazones de la gente. Tú mandaste profetas para hacerlos volver a Ti, pero no los escucharon. En fin, Joás dio su aprobación y mataron a Zacarías, hijo de Joiada. Esto me enseña que al momento de que yo dejo de obedecer Tu palabra, estoy dirigiéndome hacia el fracaso. Si no me arrepiento, mi corazón se empieza a endurecer hasta volverse como piedra. Al morir Zacarías, dijo, “Qué lo vea el Señor y tome venganza” —y así fue. Enviaste a los arameos en contra de Joás y todo el dinero del templo fue dado a Hazael (2 R 12:17–18). Por último, los siervos de Joás se levantaron y tramaron una conspiración y asesinaron a Joás en su cama. Joás murió a los cuarenta y siete años. Qué tragedia tan grande cuando uno se aparta de Ti. Reflexión Joás hizo lo recto todo los días de la vida de Joiada (2 R 12:2), pero cuando él ya no estaba, Joás le hizo caso al consejo de sus oficiales. ¿Es mi relación contigo basada en la fe y el amor, o es basada en la influencia de alguna persona piadosa? El tiempo llegará en el cual tendré que sostenerme firme por mi propia cuenta, y cuando llegue, tengo que estar firme en Tu palabra y en Tu voluntad. Petición Padre, ayúdame a mantenerme firme en el poder de Tu gracia. Dame un compromiso que permanezca en todo tiempo y que me capacite para ser fiel, no importa quien esté conmigo. Agradecimiento Gracias por compartir conmigo la historia de Joás. Imprime estas lecciones en mi corazón. En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: 2 Crónicas 24:23. |