Querido Padre Celestial, Alabanza No dejas de sorprenderme—puedo sentir Tu entusiasmo por la misericordia cuando preguntaste a Elías: “¿Ves cómo Acab se ha humillado delante de Mí?” (1 R 21:29). ¿Qué dios hay como Tú, que con entusiasmo le da la bienvenido a los humildes y se deleita de mostrarse misericordioso para con alguien tan malvado como Acab? ¡Te alabo hoy y exalto Tu grandeza! ¡Aleluya! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste sobre la segunda batalla de Acab y Ben Adad de Siria. El ejército de Acab era tan superado en número como fue durante el asedio de Samaria—de hecho, sus fuerzas eran como “dos rebaños pequeños de cabras” comparadas con el enorme ejército siriano. Pero en lugar de huirse de lo que parecía ser una derrota inevitable, Acab tuvo fe que Tú cumplirías Tu palabra y que le otorgarías la victoria. Y es exactamente lo que sucedió. Su ejército pequeñito aplastó las fuerzas de Ben Adad, avergonzando a los “dioses del llano”. Apenas se había ganado la batalla cuando Acab rescató a Ben Adad desde los escombros de Afec, lo llamó ‘hermano’, y ¡hizo una alianza con él! ¿Por qué? Resulta que Salmanasar III de Asiria había vencido Carquemis un año antes y estaba planeando a vencer más territorios por atacar a Acab. En cambio de confiar en Ti, Acab vio una oportunidad para aliarse con Ben Adad contra Asiria, y la tomó. No Te agradó, y enviaste a un profeta (¿tal vez fuera Micaías?) para explicar a Acab que cuando Tú mandas que alguien sea muerto, esperas ser obedecido. Esto me enseña que nunca debo juntarme con los que estén opuestos a Tu voluntad—cuando Tú dices: ‘Te ruego que me hieras,’ ¡lo dices en serio! En lugar de humillarse delante de Ti y pedir Tu perdón, Acab regresó a su casa disgustado y molesto. Qué importante es que yo responde en obediencia cuando me corriges—si me niego a aceptar Tu corrección, ¡me hago exactamente como Acab! Reflexión Acab Te obedecía voluntariamente si le estuvieras dando victoria sobre sus enemigos. Pero cuando lo reprochaste, se enfadó y buscó el consejo de profetas que le dirían lo que quería oír. ¿Acepto Tus reprendas con una buena actitud, o busco a alguien que me ayude a justificar mis acciones pecaminosas? Petición Padre, dame el coraje de Nabot, que estaba dispuesto a seguir fiel a Ti aun cuando le costó su vida. ¡Que yo viva de tal manera que los demás deberían mentirse para poder acusarme de maldad! Agradecimiento Gracias por Tu misericordia—incluso al arreglar la muerte de Acab, le diste otra oportunidad para arrepentirse y volverse a Ti. ¡Cuán grande es Tu amor por mí! En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: 1 Reyes 22:8. |