Querido Padre Celestial,

Alabanza

Yo no estuve allí en el Monte Carmelo para ver Tu fuego caer sobre el altar, pero puedo imaginarlo. Me postro sobre mi rostro delante de Ti y digo: “¡El Señor, Él es Dios; el Señor, Él es Dios!” Eres el único verdadero Dios, ¡y Te adoro hoy! ¡Que mi vida siempre exalte Tu Nombre Santo!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste sobre el enfrentamiento de Elías contra los profetas del Baal en el Monte Carmelo. La sequía había causado una hambruna, y Samaria estaba sufriendo. Desesperado, Acab estaba pasando por la tierra con Abdías buscando alguna manera para salvar sus caballos y sus mulos. Abdías era una persona fascinante; nunca hizo milagros como hizo Elías pero estaba tan comprometido a servirte como él en esos días de la apostasía de Israel. El ministerio de Elías era público y agresivo; el de Abdías era discreto y hecho entre bastidores. Esto me enseña que personas diferentes pueden servirte en ministerios muy diferentes, y todavía seguir fieles en hacer lo que quieres. De hecho, Abdías demostró su fe al decirle a Acab que se reuniera con Elías, ¡arriesgando su vida en la palabra del hombre de Dios! El milagro sobre el Monte Carmelo solo provocó en Jezabel más maldad, pero parece que tuviera un efecto positivo en Acab. Cuando Ben Adad de Siria asedió la ciudad de Samaria, enviaste un profeta (¡Elías no era el único siervo Tuyo!) para decir al rey Acab que ganaría la victoria. Con gran asombro, leí que Acab Te creyó, corriendo un enorme riesgo al dirigir su grupo pequeñito de jóvenes contra el ejército grandísimo de Siria. El malvado Acab tomó un paso en la fe, y le otorgaste una gran victoria. ¡No hay ninguna otra historia del Antiguo Testamento que muestra Tu misericordia como ésta!

Reflexión

Elías preguntó al pueblo de Israel: “¿Hasta cuándo cojearán sobre dos opiniones? Si el Señor es Dios, síganlo; y si Baal, síganlo a él” (1 R 18:21). La pregunta que hizo Elías implica que la teología engendra el discipulado. Tu existencia no es solo una pregunta académica—si eres el verdadero Dios, entonces mi única respuesta apropiada es adorarte y obedecerte.

Petición

Padre, si Acab tenía fe suficiente para arriesgar sus vida en la batalla contra Ben Adad ¿cómo puedo yo vacilar en tiempos de dificultad? Dame la fe y el coraje que tenían Abdías y Elías— ¡que yo siempre confíe en Ti!

Agradecimiento

Al leer cómo obrabas en la vida de Acab, no puedo sino estar agradecido por Tu paciencia y Tu amor—gracias por las muchas veces que has sido paciente para conmigo. ¡Sigue trabajando en mí!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: 1 Reyes 19:18.