Querido Padre Celestial,

Alabanza

Pocos de nosotros tuvimos padres que se tomaron el tiempo e hicieron el esfuerzo para transmitirnos la pasión por el camino de la santidad. Aún menos de nosotros experimentamos el amor de un padre demostrado por medio de disciplina paciente y consistente. Por eso, ¡me regocijo que eres mi Padre! Como Tu hijo, ¡tengo el privilegio de escuchar Tu consejo y palabras de sabiduría! Me adviertes del camino malvado, y me amas tanto que me reprendes cuando peco. Te adoro hoy, ¡y honro Tu Nombre! ¡Aleluya!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste más de los dichos sabios y los proverbios de Salomón. Al aconsejar a su hijo, Salomón recordó la enseñanza de su padre David: “Él me enseñaba y me decía: ‘Retenga tu corazón mis palabras, guarda mis mandamientos y vivirás’” (Pr 4:4). Esto me enseña que el amor por la sabiduría se transmite a la siguiente generación principalmente por la atención personal y la disciplina que un padre les da a sus hijos. Necesito tomarme el tiempo diariamente para advertir a mis hijos que hay dos caminos delante de ellos: el camino de la sabiduría y el camino de la maldad. Debo dirigir sus deseos naturales dados por Dios para la felicidad y el éxito hacia la búsqueda de lo que les traerá verdadera satisfacción: la sabiduría. Al leer, me fijé en cómo Salomón imaginó a su hijo en acción: ‘inclina tu oído,’ ‘cuando andes,’ ‘miren tus ojos hacia adelante,’ ‘aférrate,’ etc. Lo hizo para subrayar la verdad de que la sabiduría se trata de acción—es poner en práctica los principios de la pureza. No es suficiente solo saber lo que es bueno; ¡tengo que hacer el bien si quiero ser sabio! Mucho de lo que enseñó Salomón a su hijo tuvo que ver con la “mujer extraña” (Pr 5:1–23; 6:20–35) —la mujer que no es tuya (ella es la mujer del otro). Salomón estaba seguro que su hijo se sentiría atraído por las mujeres bellas, y no condenó los deseos sexuales. En lugar de eso, animó a su hijo: “Regocíjate con la mujer de tu juventud, amante cierva y graciosa gacela; que sus senos te satisfagan en todo tiempo, su amor te embriague para siempre” (Pr 5:18b–19). Esto me enseña que ser sabio es más que negarme algún placer prohibido, sino es buscar gozo en las muchas cosas buenas que me has dado. La pregunta que tengo que hacerme es: ¿me deleitaré en lo que me has proveído, o perseguiré lo que me has prohibido?

Reflexión

Salomón dijo: “Un poco de dormir, un poco de dormitar, un poco de cruzar las manos para descansar,” y vendrá tu pobreza como vagabundo, y tu necesidad como un hombre armado” (Pr 6:10–11). Antes de que yo diga: “Pues, ¡no soy así!”, necesito entender lo que está diciendo Salomón. Está diciendo que es más posible estar atrapado por muchas indulgencias pequeñas que por alguna extravagancia grande. ¿Estoy dejando lugar a las indulgencias pequeñas en mi vida que con el tiempo se acumularán para traerme angustia y desastre?

Petición

Padre, guarda mi corazón y mi vida de esas cosas que Te son abominaciones: “Ojos soberbios, lengua mentirosa, manos que derraman sangre inocente, un corazón que trama planes perversos, pies que corren rápidamente hacia el mal, un testigo falso que dice mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos” (Pr 6:17–19). ¡No dejes que ninguna de estas cosas reine sobre mí!

Agradecimiento

Gracias por darme Tus mandatos y Tus enseñanzas; son un regalo Tuyo. Si los ato de continuo en mi corazón y si los enlazo a mi cuello, me guiarán, velarán por mí, y hablarán conmigo (Pr 6:21–22).

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Proverbios 6:32.