Querido Padre Celestial,

Alabanza

Durante la edificación del templo, dijiste a Salomón: “Si anduvieres en mis estatutos e hicieres mis decretos, y guardares todos mis mandamientos… habitaré en ella en medio de los hijos de Israel, y no dejaré a mi pueblo Israel” (1 R 6:11–13 RVR60). Esto muestra que a Ti Te importaba más la integridad del corazón de Salomón que la belleza de Tu templo. Te alabo hoy como el Dios que quiere más que nada que Sus hijos le amen con todo el corazón y que anden fielmente en Sus caminos. ¡Aleluya!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste sobre el comienzo de la edificación de Tu templo. La edificación del templo es parte de una historia de amistad entre un judío y un gentil—Salomón e Hiram. Establecieron una colaboración de beneficio mutuo, y ciudadanos de ambas naciones labraban juntos para edificar Tu templo. Con orgullo, Salomón Te llamó su Dios, llamándote “Jehová mi Dios,” y declaró que Tú eras “grande sobre todos los dioses”. Hiram repitió esta verdad—“Bendito sea Jehová el Dios de Israel, que hizo los cielos y la tierra”. Aunque es posible que Hiram solo lo dijera para ser cortés, es cierto que se fijó en cómo Tú habías bendecido a Tu pueblo. Es exactamente lo que siempre quisiste que fuera Israel—una luz brillante de santidad y justicia para las naciones circundantes. ¡Qué mi vida siempre sea un verdadero faro en medio de una generación maligna y perversa! Salomón mostró la sabiduría que le habías dado al comienzo de la edificación. Él reclutó tres veces el número de trabajadores necesitados para la obra y arregló los turnos para que ninguno de ellos tuviera que trabajar lejos de casa por más de un mes a la vez. Esto demostró su preocupación por el bienestar de sus trabajadores y cuánto le importaban sus familias. También me recuerda que la fuerza de una nación depende de la fuerza de sus familias. Los obreros edificaron el templo en un silencio reverente—“y no se oyó ni martillo ni hacha ni ningún instrumento de hierro en la casa”—y usaron solo los mejores materiales de construcción (la cantidad del oro era espectacular). Esto me enseña la importancia de honrarte al ofrecerte mi mejor esfuerzo.

Reflexión

En todos nosotros existe una tendencia de buscar nuestra satisfacción en los muebles y en los accesorios del lugar de culto, pero los que Te adoran deben adorarte en espíritu y en verdad. ¿Estoy tan absorto en los edificios, los proyectos, y las actividades de Tu reino que descuido la santidad de corazón que deseas?

Petición

Padre, recuérdame que el verdadero éxito no reside en las cosas materiales que hago por Tu reino, sino en la integridad de mi corazón y los corazones de a quienes ministro.

Agradecimiento

GGracias por la promesa de que morarás con aquellos cuyas vidas estén de acuerdo con Tu Palabra. ¡Que mi corazón siempre sea un templo de pureza y de piedad para Ti!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: 2 Crónicas 2:5.