Querido Padre Celestial,

Alabanza

¡Te aclamo con alegría, y canto la gloria de Tu nombre! Digo de Ti: “¡Cuán asombrosas son Tus obras! Por la grandeza de Tu poder se someterán a Ti Tus enemigos. Toda la tierra Te adorará, y cantará a Ti; cantarán a Tu nombre” (Sal 66:1–4 RVR60). Te alabo hoy, por no echar de Ti mi oración, ni de mí Tu misericordia (Sal 66:20).

Hoy en Tu Palabra

Hoy me contaste algunos de los salmos de autores desconocidos. Es importante porque me recuerda que Tu Espíritu Santo es el verdadero autor de toda la escritura (2 P 1:20–21). El salmo 1 es una introducción inspiradora y bella del salterio. Se coloca como un fiel portero, recordándome que solo hay dos caminos en la vida: el camino espacioso de la iniquidad y el camino estrecho de la santidad. El “camino menos transitado” no es necesariamente un camino fácil—debo rechazar el consejo de los malvados, evitar el camino de los pecadores, y rehusar la compañía de los escarnecedores. Mejor mi corazón debe buscar su delicia en la ley de Jehová y meditar sobre ella de día y de noche. Tu ley revela Tu carácter, y me enseña cómo amarte a Ti y a los demás. Si permanezco en Tu palabra por guardar Tus mandamientos (Jn 15:7–10), seré como un “árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae (Sal 1:3). En todo lo que hago, prosperaré—tal vez no de la manera que el mundo reconoce como ser el éxito, pero de una manera que permanecerá para siempre (Mt 6:19–21). Cuando el juicio venga para los santos y los malvados, conocerás mi camino, “mas la senda de los malos perecerá” (Sal 1:6).

Reflexión

En el salmo 71, el grito del autor por Tu ayuda revela más que el deseo personal de ser reivindicado—más que nada, él quería que Tu Nombre fuera exaltado (Sal 71:15–16). ¿Tengo esta actitud cuando soy perseguido? Cuando otros me difaman y me calumnian, ¿dirijo mis pensamientos a Tus maravillas? (Sal 71:13, 16).

Petición

Padre, ten misericordia de mí y bendíceme, y haz resplandecer Tu rostro sobre mí. Pido esto porque sé que Tu bendición hará que otras personas conozcan Tu camino y que las naciones alaben Tu Nombre. ¡Qué los términos de la tierra Te teman! (Sal 67).

Agradecimiento

Gracias por Tu fidelidad —desde mi juventud hasta mi vejez me has enseñado y me has protegido. ¡Mi corazón está lleno de gratitud por Tus maravillas! (Sal 71:17–18).

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Salmo 33:12.