Querido Padre Celestial,

Alabanza

Aun cuando David estaba huyendo para salvarse, sus pensamientos tomaron un giro para alabarte a Ti. “Porque mejor es Tu misericordia que la vida; mis labios Te alabarán. Así Te bendeciré en mi vida; en Tu nombre alzaré mis manos” (Sal 63:3–4). ¡Hoy Te alabo y bendigo Tu Nombre!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste cómo ayudaste a David para sofocar la rebelión de Absalón. Cuando Absalón llegó a Jerusalén, Ahitofel le aconsejó que se acostara con las concubinas de David, un hecho que cumplió Tu profecía proclamada por el profeta Natán (2 S 12:11–12). Esto me enseña que el pecado que cometo en secreto me alcanzará—afectará no sólo a mí, sino también a mi familia y mis amigos. Al responder la oración de David, Tú capacitaste a Itai para que derrotara el buen consejo de Ahitofel (2 S 15:31; 17:14). Me consuela saber que la sabiduría del enemigo no tiene ningún poder para vencer Tu voluntad soberana. David escribió a lo menos dos salmos durante esta experiencia terrible, y son ejemplos inspiradores de cómo echar toda mi ansiedad sobre Ti. David derramó su corazón ante Ti, y clamó, pidiendo Tu ayuda, pero no acabó su oración en desesperación—en lugar de eso, consoló su alma con la verdad de Tu palabra y decidió (“bendeciré” “alegraré” etc.) alabarte a pesar de las circunstancias. David preparó su ejército para hacer guerra, y hubo una gran batalla en las colinas boscosas del sur de Galaad—las fuerzas de Absalón fueron derrotadas y Absalón mismo fue muerto. Cuando David se enteró de la muerte de su hijo, se desplomó de la pena. Con ira, Joab hizo frente a David y le recordó que un buen líder deja al lado sus propias emociones para hacer lo mejor para su pueblo. Esto me muestra cuán fácil es estar tan consumido por mi propio dolor que llegue a ser ciego a los sacrificios de los que me aman y que me apoyan.

Reflexión

La reacción de David al oír de la muerte de Absalón revela que él se culpaba a sí mismo por todos los errores de sus hijos. Si no tomo las decisiones difíciles al principio de las vidas de mis niños, estaré algún día en la misma situación que David, llorando y lamentando con gran pesar.

Petición

Padre, es difícil obedecer Tu orden para disciplinar a mis niños—nunca es fácil causar dolor a los que amamos. Ayúdame a aprender del corazón roto de David y decir “Sí” a Tu voluntad.

Agradecimiento

Gracias por la paz que viene al saber que me sostienes. Es la verdad que “a salvación es de Jehová; sobre Tu pueblo sea Tu bendición.” (Sal 3:8).

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: 2 Samuel 17:14.