Querido Padre Celestial, Alabanza Pablo dijo: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gá 6:7). David había sembrado lujuria, engaño, y homicidio, y en ese momento estaba segando las mismas cosas. Te alabo hoy—Tus juicios demuestran Tu justicia. Sirvo a Jehová con temor, y me alegro con temblor (Sal 2:11). ¡Te alabo, Señor! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste sobre los tres años de hambruna en Israel y cómo Absalón asesinó a su hermano mayor Amnón. La hambruna sucedió como un juicio sobre la tierra por “causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas” (2 S 21:1; v. Nm 35:33). Los gabaonitas eran siervos de Israel según un pacto (Jos 9:16–20), y Saúl en “su celo” había roto ese pacto. Esto me enseña que nunca es bueno hacer el mal, incluso para tener una oportunidad para hacer el bien. La disposición de David a entregar a siete de los descendientes de Saúl para ser ejecutados indica que es probable que fueran cómplices en este hecho traicionero (v. Dt 24:16; 2 S 21:14). Amnón, el primogénito de David, estaba angustiado por el “amor de” Tamar, su media hermana (la hermana carnal de Absalón). Con la ayuda de su primo, Jonadab, él ideó una estratagema para acostarse con ella. Esto enseña que si no puedo esperar, lo que siento no es amor, sino lujuria. Una vez que Amnón la había violado, la odió y la arrojó en la deshonra (haciendo que pareciera como si ella hubiera venido a él para ofrecerse sexualmente). Absalón fingió como si no hubiera pasado nada, pero en secreto estaba hirviendo de ira. Cuando llegó la hora oportuna, se vengó de Amnón al matarlo. El juicio profetizado por el profeta Natán finalmente estaba realizándose en la casa de David (2 S 12:10). Reflexión David sabía que Amnón había violado a Tamar, pero no hizo nada. Salomón, que experimentó estas tragedias personalmente, observó que cuando nos negamos a disciplinar a nuestros hijos, los odiamos (Prov 13:24) y preparamos el terreno para su última destrucción (Prov 19:18 RVR60). Petición Padre, ayúdame a amar a mis hijos siendo fiel al disciplinarlos. “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; mas la vara de la corrección la alejará de él” (Prov 22:15). Agradecimiento Gracias por disciplinar a cada hijo que Tú recibes (He 12:6–8). ¡Esto demuestra que Tú me amas y que estás tratándome como Tu hijo! En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: 2 Samuel 13:39. |