Querido Padre Celestial, Alabanza David dijo: “El Señor vive, bendita sea mi roca, y ensalzado sea Dios, roca de mi salvación, el Dios que por mí hace venganza, y hace caer pueblos debajo de mí; El que me libra de mis enemigos. Tú me exaltas sobre los que se levantan contra mí; me rescatas del hombre violento. Por tanto, Te daré gracias, oh Señor, entre las naciones, y cantaré alabanzas a Tu nombre” (2 S 22:47–50). Eres un Dios que libra a los justos de la aflicción, ¡y eres escudo para los que en Ti se refugian! ¡Te alabo, Señor! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste cómo le diste a David la victoria sobre todos sus enemigos. En el oeste, David venció a los filisteos y ganó batallas claves en las ciudades de Gob y Gat. En el este, David conquistó a los moabitas y los obligó a pagarle tributo. En el norte, David derrotó a Hadad-ezer y a los sirios y obtuvo muchos objetos de oro y de plata. En el sur, David destruyó a los edomitas en el Valle de la Sal y puso guarniciones por todo Edom. El autor del segundo libro de Samuel resumió los éxitos de David al decir: “Y Jehová dio la victoria a David por dondequiera que fue” (2 S 8:14 RVR60). Esto me enseña que la clave de la victoria se encuentra en Tu poder que capacita. Si sigo fiel y dedicado a Ti, ¡me darás la gracia que necesito para vencer a mis enemigos! El Salmo 60 revela que David sufría reveses durante sus batallas. Pero en lugar de dejarse llevar por el pánico y darse por vencido, David Te llevó a Ti su frustración y su desánimo. Él clamó a Ti: “Para que sean librados Tus amados, salva con Tu diestra, y respóndeme” (Sal 60:5). También reconoció la fuente verdadera de todo su éxito: “En Dios haremos proezas, y Él pisoteará a nuestros adversarios” (Sal 60:12). Cuando todos sus enemigos habían sido derrotados, David Te escribió un salmo de alabanza, dándote gracias por haberlo librado de todas sus aflicciones (Sal 18). Esto me enseña que al honrarte y al glorificarte, estaré celebrando mis logros de una manera apropiada. Reflexión Es interesante que otorgaste a David las mismas cosas que mandaste a los reyes de Israel que no aumentaran para sí mismos: los caballos, la plata, y el oro (v. 1 Cr 18:4, 10). La reacción de David era reveladora—desjarretó los caballos y dedicó la plata y el oro para Ti. Me lleva a preguntarme: ¿qué tan rígidamente me apego a ‘las cosas’ que me das? Petición PPadre, aunque no estoy rodeado por naciones enemigas que quieren destruirme, pero sí estoy rodeado por las huestes de las tinieblas. Dame la victoria sobre Satanás, y ayúdame a ser más que vencedor por medio de Jesucristo (Ro 8:37). Agradecimiento Me libraste de las cadenas del pecado—“Por tanto, Te daré gracias, oh Señor, entre las naciones, y cantaré alabanzas a Tu nombre” (Sal 18:49). En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Salmo 18:6. |