Querido Padre Celestial, Alabanza Te enaltezco hoy por Tu gloria y Tu fuerza— ¡eres grande y muy digno de ser alabado! Temible eres Tú sobre todos los dioses. Canto a Ti, Señor, y bendigo Tu nombre. ¡Proclamo de día en día las buenas nuevas de Tu salvación! Gloria y majestad están delante de Ti; poder y hermosura en Tu santuario (Sal 96:2, 4, 6). ¡Aleluya! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste más sobre los cánticos entonados cuando David trajo el arca a Jerusalén. En el Salmo 96, el salmista proclamó Tu gloria y Tu fuerza, y llamó a todas las naciones que se presentaran para adorarte. Esto me enseña que el deseo de compartir con los demás lo que Tú has hecho en mí surge naturalmente de un corazón agradecido por Tus bendiciones. Al meditar sobre la bondad que has derramado sobre mí, ¡aún más quiero decirles a los demás de Ti! En el Salmo 106, el autor recordó la ingratitud de Israel y su rebelión desde el éxodo hasta la hora en que se escribió este salmo. El hecho de que el pueblo Te había rechazado a cambio de adorar ídolos después de atestiguar todos Tus grandes milagros me enseña que soy susceptible a olvidarte y ceder a la presión del mundo (Sal 106:13, 21). Debo meditar sobre lo que has hecho por mí para que no sea seducido por la tentación. El salmista llegó a decir que permitiste que vinieran los problemas en las vidas de los israelitas para ayudarles. Esto me enseña que usas los problemas para humillarme, reavivar mis oraciones, hacerme más dependiente de Ti, y animarme a someterme a Tu voluntad. El salmo concluye con más alabanza por Tu misericordia—siempre guardas las promesas de Tu pacto. ¡Te alabo, Señor! Reflexión David volvió para bendecir su casa, sólo para encontrarse con el desprecio hiriente de Mical. Me resulta fácil condenar sus palabras duras, ¿pero cuántas veces he desaprovechado alguna bendición por estar disgustado al percibir alguna ofensa cometida por mi autoridad espiritual? Petición Padre, imprime en mi corazón el peligro de tener un espíritu crítico. Ayúdame a rechazar cualquier pensamiento amargo o resentido, y otórgame un espíritu de amor y amabilidad. Agradecimiento Gracias por el privilegio que tengo al ser llamado un hijo de Dios. ¡Junto con David, digo: “Lo celebraré delante del Señor”! (2 S 6:21) En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Salmo 106:44–45. |