Querido Padre Celestial,

Alabanza

David lamentó: “¡Cómo han caído los valientes!” (2 S 1:19). Percibo en sus palabras la tristeza que Tú sentiste a la muerte de Saúl. No quieres que ninguno perezca, y no Te complaces en la muerte del impío. Eres un Dios de misericordia y compasión, y no escatimas esfuerzos para rescatarnos del pecado. ¡Qué maravilloso es servir a un Dios como Tú! ¡Te alabo, Señor!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste cómo David y Saúl se enfrentaron en sus respectivas vidas a una crisis mortal. Sus reacciones fueron completamente diferentes—David Te pidió a Ti la guía que necesitaba, mientras que Saúl no dependió de Ti, sino de sí mismo en angustia y desesperanza. David obedeció Tu mandato, y le diste una gran victoria sobre los amalecitas. Se dio cuenta de que Tú se los habías dado en su mano, y se aseguró que los despojos fueran compartidos igualmente entre todos. Saúl rechazó Tu advertencia por medio de Samuel, y Tú lo entregaste en manos de los filisteos. Sus hijos fueron muertos, y él se mató en un acto final de desobediencia. El contraste entre David y Saúl me enseña que cuando me siento abrumado por las dificultades y las tribulaciones de esta vida, debo buscar Tu ayuda. Las dificultades me pueden venir por el pecado, pero la solución siempre es el arrepentimiento y el compromiso de nuevo contigo. No importa cuán desesperado parezca el futuro, la respuesta correcta siempre es confiar en Ti y descansar en Tus brazos misericordiosos y perdonadores.

Reflexión

El suicidio de Saúl fue un final trágico para un hombre de gran potencial. Tenía todas las cualidades que se buscan en un lider, y Tú mismo estableciste su reinado con una gran victoria (v. 1 S 11). Pero Saúl tenía un defecto fatídico—se sentía inseguro y se preocupaba mucho por su imagen, y esa inseguridad causó que estuviera más preocupado por sí mismo que por seguir y obedecer Tu voluntad. Tanto como las circunstancias fueron favorables, permaneció firme, pero cuando vino la presión, se rindió a la tentación en lugar de confiar en Ti. Luego, en lugar de un arrepentimiento verdadero, Saúl intentó agradarte con despliegues de piedad y de celo, pero nunca entendió que la piedad real es el resultado de una vida llena de la obediencia constante. El carácter cristiano se edifica con una decisión a la vez—como un ladrillo, cada decisión obediente es pequeña en sí misma, pero con el tiempo, esas acciones se acumulan para levantar una fortaleza de valor y de integridad que puede resistir los ataques del enemigo.

Petición

Padre, ayúdame a obedecerte en todo. Dame la gracia que necesito para permanecer firme bajo la presión y buscarte antes de cada decisión.

Agradecimiento

Gracias por contarme la historia de Saúl. ¡Que siempre me sea una advertencia del peligro de la desobediencia!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: 2 Samuel 1:14.