Querido Padre Celestial, Alabanza David dijo: “Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; sobre toda la tierra sea Tu gloria. Te alabaré entre los pueblos, oh Señor; cantaré de Ti entre las naciones. Porque grande es hasta los cielos Tu misericordia, y hasta las nubes tu verdad” (Sal 57:5–10 RVR60). Tu fidelidad y Tu amor son muy dignos de alabanza. Te adoro hoy—¡Aleluya! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste cómo Saúl mató a los sacerdotes en Nob y cómo David eludió los esfuerzos de Saúl para capturarlo. Después de su escape de Gat, David se escondió en la Cueva de Adulam. “Los afligidos, todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu” se juntaron con él (1 S 22:2), y llegó a ser capitán de aproximadamente 400 hombres. David derramó su corazón delante de Ti en Adulam, y Te dijo cuán abrumado se sentía (Sal 142:1–3). Esto me enseña que debo traerte mis emociones de angustia, ira y desánimo por medio de la oración. Saúl recibió pronto las noticias de que algunos estaban aliándose con David, y acusó a sus siervos de haberle traicionado (1 S 22:6–8). Doeg, al ver una oportunidad de congraciarse con Saúl, le dijo que Ahimelec había ayudado a David en Nob. Saúl llamó a Ahimelec, y aunque proclamó su inocencia, Saúl mandó que todos los sacerdotes fueran muertos. Los siervos de Saúl se negaron a hacerlo, pero Doeg lo hizo con gusto—en ese día, 85 sacerdotes murieron. Cuando Abiatar escapó y le dijo a David, David estuvo desconsolado y enfadado. Para consolarse, escribió un salmo que contrastó la locura de la maldad con la sabiduría de la santidad (Sal 52). Este salmo me enseña que es apropiado pedir que caiga Tu juicio sobre los malvados y tomar satisfacción en el hecho de que la justicia triunfará sobre la maldad (v. 5–7). David seguía eludiendo a Saúl y libró a Keila de los filisteos. Desafortunadamente, en lugar de agradecimiento, recibió solo traición. Cuando los hombres de Zif alertaron a Saúl que David estaba con ellos, David pidió Tu reivindicación y venganza (Sal 54:1, 5). Esto me enseña que debo dejar lugar para Tu ira—¡exaltarás a los que Te esperan! Reflexión ¡Saúl estaba tan resuelto a destruir a David que interpretó esta oportunidad para matarlo como una dádiva de Tu mano (1 S 23:7)! Debo tener en cuenta esta verdad—si deseo algo intensamente, es fácil comenzar a interpretar las circunstancias según mis propios deseos, en lugar de verlas a través de la lente de Tu voluntad. Petición Padre, “ten misericordia de mí; porque en ti ha confiado mi alma” (Sal 57:1). Ayúdame a depender de Tu misericordia en las tempestades y en las tribulaciones de mi vida. Agradecimiento “Alabaré Tu nombre, oh Jehová, porque es bueno”. Me has librado “de toda angustia, y mis ojos han visto la ruina de mis enemigos” (Sal 54:6b–7). En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Salmo 57:11. |