Querido Padre Celestial, Alabanza Barac debió sentirse como si fuera el mosquito proverbial atacado por el cañón (como si sacara un cuchillo en una pelea de pistolas)—¡Sísara tenía 900 carros de hierro! Pero cuando todo lo podía ver Barac era la muerte cierta y la derrota segura, Tú podías ver la victoria y la paz para Tu pueblo. Te adoro hoy—¡eres un Dios para quien no hay nada imposible! “Todo lo que respira alabe al Señor. ¡Aleluya!” (Sal 150:6). Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste sobre la opresión de los cananeos y el tiempo en que juzgaba Débora a Israel. Débora, que era profetisa, juzgaba a Israel durante la tiranía de Jabín. Aunque había precedentes que Tú hablarías por medio de una mujer (Ex 15:20), Débora fue única en que ella era la primera y única mujer que ejercía autoridad civil bajo Tu dirección (Jue 2:18). Esto muestra que a veces usas a una mujer para destacar la negativa de los hombres de asumir las responsabilidades del liderazgo. Es más, el comandante del ejército de Israel, Barac, se describe como un hombre con una fe débil. Tú le ordenaste que fuera y le prometiste la victoria, pero se negó a moverse si Débora no lo acompañaba. Débora aceptó su petición pero le dijo que el honor de la victoria no sería suyo, sino sería dado a una mujer. Eso es exactamente lo que sucedió. Sísara huyó al hogar de un aliado, Heber, donde la mujer de la casa, Jael, le clavó una estaca de la tienda en las sienes. Esto me enseña que nunca debo poner condiciones en mi obediencia. Si lo hago, es posible que Tú le des el honor a otro, y no lograré todo lo que yo pudiera haber hecho para Tu gloria. No existe espacio para condiciones en una respuesta de fe obediente. Reflexión Cuando le ordenaste a Barac que atacara al ejército más grande de Sísara, le prometiste: “Lo entregaré en tus manos” (Jue 4:7). Esto quiere decir que cuando mandas que yo haga algo, puedo estar seguro que irás delante de mí y me ayudarás a realizar los objetivos que me has dado. Petición Padre, ayúdame a no temer los carros de hierro del enemigo. Dame una fe, como la de Débora, que se regocija al enfrentarse con el enemigo, confiando en Tu poder para darme la victoria (Jue 4:14). Agradecimiento Tú eres el verdadero héroe de la historia hoy, pero Te complaces en incluirnos en Tus hazañas. ¡Gracias por el honor de ser parte de lo que estás haciendo en el mundo! En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Jueces 4:14. |