Querido Padre Celestial, Alabanza Moisés proclamó: “Porque el Señor su Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible que no hace acepción de personas ni acepta soborno. Él hace justicia al huérfano y a la viuda, y muestra Su amor al extranjero dándole pan y vestido” (Dt 10:17–18). ¡Qué cuadro tan bello de mi maravilloso Rey! Te adoro y alabo Tu Nombre hoy. ¡Aleluya! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste más sobre el segundo sermón de Moisés a los israelitas en las llanuras de Moab al fin de los 40 años de peregrinación. Moisés les advirtió que no consideraran su victoria venidera en la conquista de Canaán como prueba de su propia santidad: “Comprende, pues, que no es por tu justicia que el Señor tu Dios te da esta buena tierra para poseerla, pues eres un pueblo terco” (Dt 9:6). Entonces Moisés habló de varias ocasiones en que Israel se había mostrado un pueblo terco y rebelde (Dt 9:7–29). El pueblo fue salvado de la ira de Dios por la intercesión de Moisés, y por Tu misericordia y amor renovaste Tu pacto con ellos (Dt 10:1–11). Esto me enseña el peligro de ser santurrón. En lugar de considerar el éxito como señal de mi propia bondad y virtud, necesito darme cuenta de que es la dádiva no merecida de Tu misericordia y de Tu gracia. Si llego a sentirme orgulloso o satisfecho por mis logros, necesito recordar, así como Moisés le recordó a Israel, de las muchas ocasiones en que me he rebelado contra Ti. Esto me pondrá de rodillas en humildad con gratitud sincera por Tus bendiciones; es una posición que se debe mantener. Moisés terminó esta parte de su sermón instando al pueblo a amarte e imitar Tu amor por otros. Les dijo que su experiencia personal de Tus grandes obras debiera motivarles a temerte y obedecerte. Por conocer su tendencia a desviarse, Moisés explicó que intentabas usar el único entorno agrícola de Canaán para disciplinarlos: la idolatría conllevaría la sequía y la hambruna. La decisión era suya: bendiciones por obedecer o maldiciones por desobedecer. Actualmente, tengo que tomar esa misma decisión: si estimo mi salud y bienestar, ¡tendré cuidado de obedecerte! Reflexión Ordenaste a Israel: “Graben pues, estas mis palabras en su corazón y en su alma” (Dt 11:18). ¿Estoy memorizando y meditando diariamente sobre Tu Palabra? Petición Padre, deseo temerte, servirte, y allegarme a Ti (Dt 10:20). Ayúdame a circuncidar mi corazón, es decir, ¡ponerlo aparte de todo pecado para servirte solo a Ti! Agradecimiento Gracias por Tu amor; ¡cuán maravilloso es saber que Te agradas de mí (Dt 10:15)! Que mi vida siempre sea el fragante aroma de Cristo subiendo ante Ti (2 Co 2:15). En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Deuteronomio 10:12. |