Querido Padre Celestial, Alabanza Moisés dijo al pueblo: “Has visto cómo el Señor tu Dios te llevó, como un hombre lleva a su hijo, por todo el camino que anduvieron hasta llegar a este lugar” (Dt 1:31). Qué imagen bella de Tu cuidado amable de mí. Deuteronomio atestigua Tu fidelidad con Israel, y sé que serás fiel a mí también. ¡Te alabo, Señor! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste del primer discurso de Moisés a los israelitas en las llanuras de Moab al fin de los 40 años de peregrinación. Moisés comenzó por contar la historia de cómo Israel se rebeló contra Ti en Cades-barnea. Él lo hizo porque la nueva generación necesitaba saber la verdad sobre los pecados de sus padres. Necesitaba entender que su incredulidad le había causado frustración, muerte, y décadas de peregrinar en el desierto. ¡Esto me enseña que necesito recordar mis fracasos pasados con honestidad y usar las consecuencias del pecado para motivarme a obedecerte en el futuro! Entonces Moisés enfatizó la verdad de que habías bendecido a esa nueva generación a lo largo de su peregrinación; “Nada te ha faltado” (Dt 2:7). Era importante que el pueblo oyera Tu perspectiva de su viaje porque se había quejado de la falta de agua (Nm 20:2) y de comer el maná (Nm 21:5). ¡Debía darse cuenta de que cuando el Proveedor está contigo, tienes todo lo que se necesita! Moisés le recordó también cómo lo habías protegido al pasar frente a Edom y Moab, y cómo habías vencido a los amorreos. Prohibiste a Israel tomar tierras de Amón, Moab y Edom, enseñándoles que el derecho de ocupar la tierra viene de Tu provisión, en lugar del poder o la posesión. El rey Sehón de Hesbón fue vencido, no según el poder militar de Israel, sino porque Tú lo entregaste en su mano (Dt 2:31). El pueblo debía entender que su capacidad para vencer a sus enemigos provenía solo de Tu poder. No había lugar ni para el temor ni para el orgullo: “El Señor, nuestro Dios, nos las entregó todas” (Dt 2:36). Reflexión El pueblo confesó su pecado contra Ti, pero entonces Te desobedecieron al intentar cumplir Tu orden original (Dt 1:41–43). Su acción demostró que su arrepentimiento no fue sincero. Petición Padre, ayúdame a aprender de las consecuencias dolorosas de los pecados en mi pasado para motivarme a obedecerte. Imprime en mi corazón lo importante que es seguirte y servirte a Ti. Agradecimiento Gracias por Tu fidelidad en mi vida, y por Tu provisión para mis necesidades. ¡Puedo estar contento en cualquier situación porque sé que has prometido cuidar de mí! En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Deuteronomio 1:32–33. |