Querido Padre Celestial,

Alabanza

Hoy me humillo ante Ti; eres un Dios de las venganzas. El salmista dijo: “Oh Señor, Dios de las venganzas, Oh Dios de las venganzas, ¡resplandece! Levántate, Juez de la tierra; da su merecido a los soberbios. Él ha hecho volver sobre ellos su propia iniquidad, y los destruirá en su maldad; El Señor, nuestro Dios, los destruirá” (Sal 94:1–2, 23). Te alabo por Tu divina justicia; ¡“el malvado no quedará sin castigo” (Pr 11:21)!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste de Tu guerra de la venganza contra los madianitas de Moab. Esta guerra no fue una limpieza étnica, sino una guerra santa iniciada por Ti para juzgar a los madianitas, que junto con los moabitas, habían llevado a Israel a pecar con una estrategia de seducción sexual (v. Nm 25). Tu juicio había comenzado con Israel mismo, y Tu plaga mató 24.000 personas antes de que Finees matara a Zimri. Se destaca la verdad de que el juicio comienza por Tu propia casa (v. 1 P 4:17; Ro 2:9). Era la hora para vengarse de Madián por su parte en la rebelión en Peor. Me enseña que los que lleven a Tu pueblo a pecar tendrán que rendir cuentas por sus acciones (v. Lc 17:1–2). Ordenaste que los israelitas mataran a todo hombre, incluso a los niños, y a cada mujer que no fuera virgen. Moisés tenía razón cuando dijo que las mujeres madianitas tenían mucha culpa en la seducción, y por eso, solo las vírgenes recibirían misericordia. Esto me enseña que toda vida Te pertenece a Ti, y tienes el derecho como el Creador para dar y quitar la vida según Tu juicio (v. Gn 19). Cuando nos delegues la tarea de quitar la vida a alguien, debemos obedecerte (v. Gn 9:6); pero sin haber recibido un mandato divino, se nos dice que hay que dejar la venganza en tus manos (Ro 12:19).

Reflexión

Moisés advirtió a las tribus de Transjordania que si no mantenían su promesa, “tengan por seguro que su pecado los alcanzará” (Nm 32:23). Qué recuerdo tan serio de que nadie quedará sin castigo por su pecado.

Petición

Padre, imprime en mi corazón y en mi mente las consecuencias letales de pecar. Ayúdame a guardarme “sin mancha del mundo” (Stg 1:27).

Agradecimiento

Gracias por Tu protección divina. Los israelitas no sufrieron ni una sola baja en su guerra contra los madianitas, y yo sé que nada me puede dañar sin Tu permiso.

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Números 32:23.