Querido Padre Celestial, Alabanza Tu preocupación por los pobres y los débiles se ve claramente en la lectura de hoy. Esto me enseña que eres un Dios de compasión y amabilidad. Qué maravilloso servir a un Dios que vela por la viuda y el huérfano. David dijo: “Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios en Su santa morada” (Sal 68:5). ¡Te alabo hoy y exalto Tu Nombre! Hoy en Tu Palabra Hoy me revelaste el resto de Tu pacto con Israel. Las leyes que diste enfatizaron Tu deseo de que ellos se trataran el uno al otro de una manera justa. Nunca se permitiría aprovecharse de los desafortunados; en vez de eso, Tú mandaste que les trataran con respeto. Tenías tanta preocupación por ellos que le advertiste al pueblo que matarías a quienquiera que afligiera a un huérfano o una viuda. Esto me enseña que siempre debo mostrarme amable y compasivo con los pobres y débiles. Dijiste también que esta responsabilidad de amar a otros no es solamente con los que sean nuestros amigos o familiares, ¡sino que también con los que sean nuestros enemigos! La idea de ser amable para con sus enemigos era bien contracultural para los israelitas. Para ellos, la venganza era una forma común de conseguir justicia. Dejaste muy claro que esperabas que hicieran bien a los que los odiaran, incluso hasta el punto de interesarse por devolver algo perdido por el enemigo (v. Ex 23:4–5). Muchos años después, Jesús recordó a los judíos este mandato cuando dijo: “… amen a sus enemigos; hagan bien a los que los aborrecen; bendigan a los que los maldicen; oren por los que los insultan” (Lc 6:27–28). No estaba diciéndoles algo nuevo, sino que estaba llevándolos de nuevo al correcto entendimiento de Tu ley. Estas leyes del pacto me enseñan cómo aplicar el mandato “Ama a tu prójimo”. Me enseñan también que debo mostrarme amable con otros, especialmente con los que yo no les guste o que estén resentidos conmigo. Reflexión Generalmente, creo que la justicia favorece al rico, pero ordenaste a Israel que no fuera “parcial al pobre en su pleito” (Ex 23:3). Esto me enseña que la justicia debe ser imparcial, tratando al rico y pobre por igual. ¿Trato a todos por igual, sin considerar su riqueza o pobreza? (Stg 2:1–13). Petición Padre, ayúdame a mostrarme amable para con los desafortunados. Ayúdame a no olvidar que fuiste misericordioso conmigo, aun cuando yo era tu enemigo (Stg 4:4). Agradecimiento Gracias por mostrarme cómo se debe aplicar Tu pacto con Israel a mi vida actual. ¡Esas aplicaciones me enseñan cómo amarte con todo mi corazón y también cómo amar a otros como a mí mismo! En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Éxodo 24:8 |