Querido Padre Celestial, Alabanza José lloró cuando descubrió que sus hermanos todavía tenían miedo de su venganza (Gn 50:17b). Cuán hiriente es descubrir que el proceso difícil y doloroso de perdonar a alguien es puesto en duda por la persona misma que ha sido perdonada. Qué feliz estoy al saber que no hay ninguna razón para dudar de Tu perdón de mí. ¡Te alabo por las riquezas de Tu misericordia y gracia para mí! ¡Aleluya! Hoy en Tu Palabra Hoy me dijiste acerca de las muertes de Jacob y José y del nacimiento de Moisés. Antes de que Jacob muriera, bendijo a sus hijos y profetizó sobre el futuro de cada uno. Rubén, Simeón, y Leví se habían descalificado del liderazgo; ese privilegio fue otorgado a Judá, el hijo que había respondido a Tu disciplina con humildad. De sus descendientes vendría un rey que reinaría sobre las naciones (Gn 49:10; David primero y últimamente Jesucristo). Jacob también dio una porción doble a José, el hijo que había permanecido fiel a lo largo de toda su vida. La bendición de Jacob revela cómo nuestro carácter determina nuestras decisiones, y cómo nuestras decisiones determinan nuestro futuro. Jacob murió, y sus hijos cumplieron su promesa al sepultarlo en la Cueva de Macpela. José murió 54 años después, habiendo vivido hasta ver a sus nietos. Murió “en fe”; estaba tan cierto que cumplirías Tu promesa de darles la tierra prometida que hizo jurar a sus hermanos que llevarían sus huesos con ellos cuando salieran de Egipto. ¡Qué fe tan grande! Los años pasaron y esa generación entera murió. Cerca de 236 años después de la muerte de José, un rey se levantó sobre Egipto que no dio ni honra ni respeto a la memoria de José. Consideró la población floreciente de israelitas una amenaza, y empezó a matar a todos los hijos israelitas. Moisés fue nacido durante este tiempo de terror, pero su vida fue salvada porque sus padres te temían más a ti que a Faraón. Lo escondieron por tanto tiempo como fue posible, ¡entonces Tú lo rescataste usando la misma hija de Faraón! Mostramos a quién tememos más por escoger a quién obedeceremos (Mt 10:28). Los padres de Moisés son ejemplos excelentes de qué significa vivir “por la fe” (He 11:23). Reflexión José les dijo a sus hermanos temerosos: “No teman, ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?” (v. Gn 30:2). ¿Reconozco yo Tu autoridad en todo, y me humillo como José bajo Tu poderosa mano? Petición Padre, ayúdame a no olvidar que Tú haces que todas las cosas cooperen para mi bien, el bien de ser hecho conforme a la imagen de Tu Hijo bendito, Jesucristo (Ro 8:28–29). Agradecimiento Te agradezco mucho por la historia inspiradora y alentadora de José. Él pudiera haber perseguido a sus hermanos para matarlos cuando llegó al poder, pero decidió dejarlos a Tu juicio. ¡Qué ejemplo maravilloso de completa sumisión a Tu voluntad! En el nombre de Jesucristo, Amén. Versículo de Meditación: Éxodo 1:20–21. |