Querido Padre Celestial,

Alabanza

Jesús les dijo a Sus discípulos: “Si ustedes, los malos, saben dar buenos regalos a sus hijos, ¿cuánto más dará el Padre celestial el Espíritu Santo a los que le pidan?” (Lc 11:13). Te alabo hoy como el Dios que amorosamente imparte el mejor regalo que se puede dar: Tu precioso Espíritu Santo. ¡Lo derramas sobre todos los que creen en Tu Hijo Jesucristo! ¡Aleluya por este maravilloso regalo!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste cómo Jesús, habiendo recibido de Ti la promesa del Espíritu Santo, derramó el Espíritu sobre los discípulos en Pentecostés (Hch 2:33). Este hermoso y dramático acontecimiento fue el cumplimiento de las profecías de Joel (Jl 2: 28-29), Juan el Bautista (Mt 3:11) y Jesús (Jn 14: 25-26; Lc 24:49). Aunque el Espíritu Santo estaba activo en el mundo desde la creación (Gn 1: 2; Jue 14:19; 1 S 16:14; Ez 11:24), en Pentecostés tomó el papel de “Ayudante” para la iglesia, el cuerpo de Jesús, dándoles valor para testificar. El derramamiento del Espíritu Santo fue significativo en varias maneras: (1) Fue el cumplimiento de Su promesa de derramar Su Espíritu en “toda carne” en los últimos días; (2) Fue una señal que dijiste que precedería al juicio venidero y la ira del “día del Señor”; (3) El Espíritu Santo autenticó el mensaje y el ministerio de los apóstoles y les dio poder para predicar el evangelio en el nombre de Jesús; (4) inauguró la iglesia, la cual es la unión de todos los creyentes en Cristo por el Espíritu; (5) Fue el comienzo del cumplimiento de la promesa de Jesús de que el Espíritu enseñaría a los apóstoles “todas las cosas” y les ayudaría a recordar todo lo que Él dijo (llevando a cabo la escritura del Nuevo Testamento); (6) Fue la primera demostración de los dones espirituales que les son dados a los creyentes a través del Espíritu para la edificación de la iglesia. Las “lenguas” que los judíos oyeron ese día eran lenguajes reales, dadas por el Espíritu con el propósito de proclamar el evangelio a las naciones. Este mismo don fue dado más después a otros creyentes para edificar la iglesia, cumplir profecías, comunicar la verdad, autenticar el ministerio del Espíritu, actuar como una señal para los pecadores y edificar al evangelista. Esto me enseña que los dones del Espíritu no son dados para beneficio personal, sino para alentar y edificar a otros en la fe. También me muestra lo que es estar lleno del Espíritu, porque cuando los discípulos estaban “llenos”, actuaron de acuerdo con Tu voluntad por el poder del Espíritu. Como Pablo dijo más después: “No os embriaguéis con vino, sino que sed llenos del Espíritu” (Ef 5:18). Así como el alcohol influye y cambia la conducta de una persona, de igual manera debo estar bajo la influencia del Espíritu Santo. Él me capacita para resistir los deseos de la carne y a obedecer Tu voluntad en todas las cosas (Gá 5:16). El sermón de Pedro en el templo fue un ejemplo notable de cómo el Espíritu Santo capacitó a los apóstoles para que fueran poderosos en palabras y hechos (Hch 3:25-26). Pedro correctamente dijo que la “simiente de Abraham” (Gn 22:18) era Jesús, el Siervo de Jehová que había resucitado (v. Is 42: 1-4), y le dijo a los judíos que la bendición que fue prometida a Abraham era la bendición de “convertir a cada uno de su maldad” (Hch 3:26). Jesús es la “simiente” prometida que “bendecirá” a las naciones de la tierra salvándolas de sus pecados. ¡Qué maravilloso es estar unidos con Cristo, la Simiente de Abraham y el Salvador del mundo!

Reflexión

Lucas dijo que los creyentes en Jerusalén “se dedicaban continuamente a la enseñanza de los apóstoles, en la comunión unos con otros, al partimiento del pan y a la oración” (Hch 2:42). ¿Es esto cierto de mi vida? ¿Me dedico a leer y a estudiar las Escrituras? ¿Tengo comunión con otros creyentes?

Petición

Padre, los apóstoles Te pidieron que les dieras la fuerza y el valor para proclamar Tu Palabra ante amenazas y persecución (Hch 4:30). Concédeme ese poder hoy. Ayúdame a proclamar valientemente las buenas nuevas.

Agradecimiento

¡Gracias por el don del Espíritu Santo! Jesús dijo que era ventaja para mí que Él se fuera para que el Consolador pudiera venir y ayudarme (Jn 16: 7). ¡Tengo a Jesús en mi corazón ahora mismo a través del Espíritu!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Hechos 2:38–39.