Querido Padre Celestial,

Alabanza

Mientras que los discípulos observaban, Jesús fue llevado al cielo para sentarse a Tu diestra. Te alabo hoy con gran gozo y exalto a Tu Hijo quien hizo Tu voluntad fielmente y se ofreció como sacrificio por mis pecados. Vendrá el día en que regresará de la misma manera en que se fue. Y yo espero ese día alegre cuando Cristo volverá. ¡Ven, Señor Jesús!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me hablaste de cuando los discípulos se fueron a pescar al mar de Galilea. Jesús había dicho: “Diles a Mis hermanos que vayan a Galilea, y allí Me verán” (Mt 28:10). Los discípulos hicieron lo que se les dijo, pero parecía que no estaban haciéndolo de corazón. Allí estaban sentados habiendo escuchado la mayor noticia del mundo, y en lugar de decirle a todo el mundo que Jesús estaba vivo, decidieron irse a pescar. Pedro, Andrés, Jacobo y Juan habían sido llamados a dejar el mar por seguir a Jesús, pero aquí estaban de nuevo en su barco. Esto me demuestra que hay momentos en que aún los cristianos más dedicados se pueden desanimar y desenfocarse de la misión. Ahora, Jesús podría haberlos regañado, pero no lo hizo. Jesús también podría haberlos dejado regresar de pescar sin ningún pescado, pero tampoco lo hizo. Jesús podría haberlos ignorado, pero no lo hizo. Al contrario les grito, “¿Hijitos, tendréis algo de comer? Echad la red al lado derecho del barco y hallaréis.” ¡Cómo amo esas palabras! Me muestran que al estar en el mar de la vida, trabajando en vano en mi propia fuerza, Tú estás a la orilla esperando que yo llegue al fin de mí mismo y de mis propias fuerzas. ¿Y qué tal Pedro? No pudo esperar a que el barco llegara a la orilla. Saltó al agua y no paró hasta llegar con su amo. El carácter impetuoso de Pedro trae convicción a mi corazón, porque eso es exactamente lo que necesito hacer cuando la vida me confunde y me abruma. Tengo que dejar todo atrás y correr directamente a Tus brazos. Cuando habían terminado el desayuno, Jesús miró a Pedro y le preguntó: “Simón, ¿Me amas más que estos?” Él le hizo la pregunta tres veces y Sus palabras a Pedro me enseñan tres cosas: (1) Siempre encontraré el perdón cuando me arrepiento verdaderamente. Las tres veces que Pedro negó a Cristo fueron redimidas cuando Pedro afirmó su amor para Cristo; (2) No puedo amar a otra cosa más que a Ti. Pedro fue llamado a amar a Cristo más que cualquier otra cosa; (3) Si realmente Te amo, cuidaré de Tus ovejas y trabajaré fielmente en Tu obra. El amor de Pedro tendría que demostrarse a través de la obediencia al mandamiento de Cristo. Qué apropiado fue que después de este encuentro en la orilla del mar en Galilea, Jesús se apareció a Sus discípulos en una montaña cercana y les comisionó a proclamar el evangelio a todo el mundo. Debían hacer discípulos de todas las naciones, bautizándolos y enseñándoles a observar todo lo que Jesús había ordenado. Esta debe ser mi misión y mi pasión. Jesús no me llamó a promover programas sino a hacer discípulos. Como cristiano, soy ante todo un discípulo de Jesús, y he sido llamado a mostrarle a otros cómo ser seguidores de Él. Lo hago porque toda autoridad se le ha dado, y esto significa que únicamente Él es mi Señor y mi Maestro. Solo Él es digno de toda mi adoración, mi devoción y mi servicio.

Reflexión

Dos hombres fueron considerados para tomar el lugar de Judas, y Matías fue escogido. José había estado allí desde el principio, al igual que Matías, pero el Espíritu Santo no lo eligió a él para estar entre los doce apóstoles. ¿Acepto yo Tu elección de mi ministerio y posición con humildad y gracia, o me resiento cuando otros son elegidos en mi lugar?

Petición

Padre, ayúdame a cumplir la gran comisión de Cristo. Capacítame a caminar como Jesús caminó y a rendirme a los deseos del Espíritu Santo. Que al mirar mi vida otros sean inspirados a seguirte.

Agradecimiento

Gracias por la tierna voz de Jesús, que me llama al amor y a la lealtad en Tu servicio. Qué agradecido estoy por la manera amorosa en que restauras y refrescas a los que están cansados en la batalla. ¡Aleluya!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Mateo 28:19.