Querido Padre Celestial,

Alabanza

El centurión que fue testigo de la muerte de Cristo, Te alabó y dijo: “¡Verdaderamente este era Hijo de Dios!” Junto con él Te alabo y digo: “¡Amén!” ¡El Cordero de Dios ha quitado los pecados del mundo! La ira de Dios ha sido mitigada. La tierra tembló, las rocas se partieron, y el velo del templo se rasgó en dos pedazos desde arriba hacia abajo. Por fin el camino hacia Ti fue abierto, ¡pues el sacrificio de Jesús pagó el precio de mi redención! ¡Aleluya! La fuente del Calvario me ha lavado y he quedado blanco como la nieve. ¡Te alabo, Señor!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me hablaste de la crucifixión de Jesús. Me impresionaron las cosas que Jesús dijo mientras que sufría en el Calvario. Incluso en Su hora de más sufrimiento, Jesús nos estaba dejando un ejemplo a seguir. Primero, Jesús le dijo a las mujeres que lloraban por Él: “No lloréis por mí, sino llorad por vosotros y por vuestros hijos”. Esto significa que debería estar más preocupado por lo que le sucederá a los demás que por lo que me pasará a mí. En segundo lugar, Jesús dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Esto me enseña que debo perdonar a mis enemigos y no buscar la venganza o un castigo justo. En tercer lugar, Jesús le dijo a María y a Juan: “¡Mujer, he aquí tu hijo! ¡He aquí tu madre! Esto me muestra que debo proteger y proveer para aquellos que dependen de mí para sus necesidades. En cuarto lugar, Jesús dijo al ladrón en la cruz: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Esto demuestra que debo aprovechar todas las oportunidades para compartir el evangelio con los que están perdidos. En quinto lugar, Jesús clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Sal 22:1) Esto me enseña que debo traer mi tristeza y mi sufrimiento a Ti en oración. Debo confiar en que Tú proveerás para todas mis necesidades en Cristo Jesús (Fil 4:19). En sexto lugar, Jesús dijo, “Tengo sed” (Sal 22:15). Esto significa que debo ser fiel a todo lo que Tú me has pedido, porque Jesús no murió hasta que cumplió todas las profecías que tenían que ver con Su ministerio (Sal 69:21). En séptimo lugar, Jesús dijo: “Esto ha terminado”. Esto quiere decir que yo debo perseverar hasta el fin por la fe, para que cuando mi muerte esté cerca, pueda yo decir con certeza que he hecho Tu voluntad. Por último, Jesús dijo: “Padre, en Tus manos entrego Mi espíritu”. Esto me enseña que debo dejar toda cosa en Tus poderosas manos, incluso el tiempo y la naturaleza de mi muerte, para que cuando mi espíritu deje mi cuerpo, pueda yo ser bienvenido en Tu presencia gloriosa. ¡Qué gran Salvador, que con Su último suspiro me estaba dirigiendo hacia Ti! Ayúdame a honrar el sufrimiento de Jesús con mi obediencia en seguir Sus pasos (1 P 2:21).

Reflexión

Los que pasaban cerca de la cruz de Jesús se burlaban de Él, meneando la cabeza, decían: “Tú que destruirías el templo y lo reconstruirías en tres días, ¡sálvate a Ti mismo!” Jesús podría haber tratado con sus burlas con una sola palabra, pero soportó el abuso en silencio. ¿Cómo reacciono yo a la burla y al desprecio? ¿Lo soporto con mansedumbre y paciencia, o con rapidez busco la venganza?

Petición

Padre, mi oración es como la canción inglesa que dice, “Que la mente de Cristo, mi Salvador, viva en mi día tras día. Que yo sea controlado por Su amor y por Su poder en todo lo que yo haga y diga. Que yo corra la carrera que tengo por delante con fuerzas y valentía para poder enfrentar al enemigo. Que yo mire solo a Jesús mientras siga adelante”.

Agradecimiento

¡Cuán agradecido estoy por las últimas palabras de Tu precioso Hijo! Ellas me llaman a morir y me hacen adoptar un corazón de un siervo. “¡Al único Dios sabio, sea la gloria para siempre por medio de Jesucristo! Amén” (Ro 16:27).

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Lucas 23:34.