Querido Padre Celestial,

Alabanza

Jesús le dijo a Caifás: “Verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo sobre las nubes del cielo” (Mt 26:64). ¡Aleluya! Tu Hijo, Jesucristo, es el que Daniel vio hace tantos años. Él será presentado delante de Ti, y Tú Le darás dominio, y gloria, y Tu reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas Le sirvan (Dn 7:13–14). ¡Alabado sea el Cordero!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me hablaste del juicio de Jesús y de cuándo Pedro Lo negó. El comportamiento valiente de Jesús es un contraste con las acciones de cobardía de Pedro, y estoy convencido de que la diferencia se debe a cómo estos dos hombres se prepararon para su hora de tentación. Pedro poco se puso a pensar en el momento difícil que venía, mientras que Jesús había estado pensando y preparándose durante varias semanas. Pedro había discutido con los otros discípulos acerca de quién era el mayor entre ellos, mientras que Jesús tomó un tazón y lavó los pies de los discípulos. Pedro proclamó en alta voz que nunca abandonaría a Jesús, mientras que Jesús le advertía gentilmente a Pedro de la prueba que se aproximaba. Pedro prometió abiertamente dar su vida por Jesús, mientras que Jesús se había propuesto sufrir y morir por Pedro. Pedro se jactaba mientras que Jesús aconsejaba. Pedro dormía mientras que Jesús oraba. Pedro hería mientras que Jesús sanaba. Y cuando Jesús fue arrestado, Pedro huyó. Lo que le sucedió a Pedro me enseña de: 1) El peligro del orgullo. Pedro pensó ser más fuerte que la tentación (Mt 26:33), y no tomó en serio las advertencias de Jesús. Como dijo Pablo: “Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga” (1 Co 10:12). 2) El peligro de la autosuficiencia. Pedro confiadamente decía que iba a hacer esto y que iba a hacer lo otro, ignorando las palabras de Jesús: “Separados de Mí nada pueden hacer” (Jn 15:5b). 3) El peligro de la carne. Pedro estaba cansado después de un largo día, y su cuerpo quería dormir cuando su espíritu le impulsaba a orar. Estoy seguro que sí oró un poco, mas no se mantuvo despierto cuando realmente importaba. 4) El peligro de hacer las cosas a medias. Pedro fue uno de los dos únicos discípulos que siguieron a Jesús, pero se quedó en el patio en lugar de permanecer al lado de Él. Los que hacen las cosas a medias descubrirán para su misma vergüenza que no han cumplido en absoluto. Las cartas de Pedro que fueron escritas al final de su vida me dan consuelo, porque revelan que él aprendió de sus errores. El mismo hombre que se jactaba de que nunca iba a caer, ahora me exhorta a la humildad (1 P 5:5–6). Este mismo Pedro que se quedó dormido en el jardín ahora me advierte a ser sobrio y vigilante (1 P 5:8–9). El mismo hombre que negó a Jesús ahora me exhorta a no avergonzarme (1 P 4:16). Este discípulo que se dejaba llevar por el mundo ahora me dice que viva como peregrino y extranjero en este mundo. ¡Qué contento estoy de saber que podemos aprender de nuestros fracasos y ser soldados victoriosos para Cristo!

Reflexión

Caifás era el sumo sacerdote de Israel, cuyo oficio era ser como Jesús, el gran sumo sacerdote. Desafortunadamente, Caifás estaba más preocupado con sus ambiciones políticas que por la verdad. Es una tragedia que él fue quien acusó al Hijo de Dios de blasfemia y Lo condenó a la muerte. ¿Qué haré yo con Jesús? ¿Lo recibiré como mi Señor y dueño o lo rechazaré como lo hizo Caifás?

Petición

Padre, reconozco que tal así como fracasó Pedro, yo también voy a fracasar si no tomo en serio Tus advertencias. Ayúdame a disciplinarme para la piedad, para que cuando llegue mi hora de prueba, esté listo para luchar con fuerza y poder.

Agradecimiento

Gracias por contarme que Pedro negó a Jesús. Estoy agradecido porque tengo la oportunidad de aprender de los errores de los demás, y sé que Tú serás fiel para sostenerme y mantenerme firme. ¡Te alabo, Señor!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Lc 22:61.