Querido Padre Celestial,

Alabanza

Tú le dijiste a Moisés por medio de la zarza ardiente: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob” (Mr 12:26). Hoy Te alabo por ser un Dios que con mucha satisfacción se proclama ser el Dios de hombres como yo. ¡Qué honor y qué privilegio de pertenecer al Supremo Dueño del universo! Gozosamente Te proclamo mi rey, y me regocijo en decir que soy hijo de Dios. ¡Que Tú recibas toda gloria y toda la honra, mi Salvador!

Hoy en Tu Palabra

Hoy en Tu Palabra me hablaste sobre el plan de los Fariseos y Saduceos para atrapar a Jesús en alguna palabra que Él dijera. Ellos tenían el privilegio de hablar cara a cara con el Hijo encarnado de Dios, sin embargo su deseo no era de aprender de Él. Al contrario, Le hacían preguntas difíciles con la intención de atraparlo. ¡Qué cosa tan imprudente y perversa! Este ejemplo me desafía a examinar mi propia actitud hacia Tu Palabra. Necesito llegar a Tu verdad con humildad y con un deseo sincero de comprender y hacer Tu voluntad. Jesús, por medio del Espíritu Santo, se dio cuenta de lo que estaban intentando, mas no se quedó callado. De hecho Sus acciones me enseñan cómo debo responder en tales situaciones. En primer lugar, no se detuvo en exponer los verdaderos motivos de los que hacían las preguntas. “¿Por qué me ponen a prueba, hipócritas?” En segundo lugar, los confrontó por su falta de conocimiento de Tu Palabra y de Tu poder, diciéndoles “…que no entienden las escrituras ni el poder de Dios”. En tercer lugar, les demostró cómo extraer conclusiones apropiadas de las claras declaraciones de las Escrituras. “Él no es Dios de muertos sino de vivos”. En cuarto lugar, les enseñó como razonar correctamente sobre las implicaciones de Tu poder. “Porque en la resurrección, ni se casan ni son dados en matrimonio sino que son como los ángeles de Dios en el cielo”. En quinto lugar, les recordó que la ley tiene todo que ver con el amor, y si no tomaban en cuenta al amor con respecto a la ley entonces realmente no la entenderían. “De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas”. Finalmente, Él les hizo una pregunta a ellos, ya que la mejor manera de discutir con un escéptico es exponer las inconsistencias de sus creencias. “Entonces, ¿cómo es que David en el Espíritu Lo llama ‘Señor’…?” Me admiro cómo Jesús no solo contestó todas las preguntas sabiamente, pero terminó haciéndoles la pregunta más importante. “¿Qué piensan ustedes del Cristo?” Aunque los reprendió por sus actitudes impías, y una manera de pensar que no estaba de acuerdo con Tu Palabra, los estaba tratando de alcanzar con la verdad. ¡Aleluya, qué Salvador!

Reflexión

Cuando los que fueron invitados a la boda del rey no llegaron, el rey mandó a sus siervos a que invitaran a cualquiera que encontraran en las calles. Un hombre llegó pero no traía puesto el traje de boda. Esto me demuestra que no tomó en serio la invitación, y su falta de preparación fue una deshonra para el rey y para el hijo del rey. ¿Estoy tomando Tu invitación en serio? ¿Estoy esforzándome diligentemente para ser hallado sin mancha y sin arruga? (2 P 3:14).

Petición

Padre, dame un corazón que desee Tu verdad y que se esfuerce para honrar Tu invitación. Que yo siempre venga hacia Tu Palabra con humildad y con un deseo para aprender de Ti.

Agradecimiento

Gracias por invitarme a las bodas del Cordero. ¡Qué privilegio de asistir, no solo como un invitado pero como la novia de Cristo, esposa del Cordero! (2 Co 11:2) ¡Te alabo, Señor!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Mateo 22:14.