Querido Padre Celestial,

Alabanza

Al ver a la viuda de Naín, Jesús tuvo compasión de ella y le dijo: “No llores.” Te alabo hoy por ser el Dios de compasión. Conoces mis dolores y Te compadeces de mis debilidades. Cuando estaba muerto en mis pecados, tocaste mi vida con Tu mano poderosa y dijiste a mi espíritu muerto: “¡Levántate!” ¡Aleluya a Tu Hijo, que vino a buscar y a salvar a los perdidos!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste sobre la fe de un centurión, el hijo de una viuda, la duda de un prisionero, y el reproche de un Salvador. Aunque Jesús “se maravilló” de la “fe tan grande” del centurión, su fe no era grande porque creyó que Jesús podía sanar a su siervo, porque muchos creían que Jesús tenía el poder de sanar. Pero su fe era grande porque él reconoció que cuando Jesús habló, fue hecho en Tu poder y en Tu autoridad. Es decir, que sabía que Jesús no necesitaba venir a su casa, sino solo tenía que dar la palabra y el siervo sería sanado. Esto me enseña que una fe grande reconoce el principio de autoridad y cree en el poder de Tu Espíritu para cumplir lo que esté de acuerdo con Tu voluntad. Juan el Bautista se sentía con dudas mientras estaba en la cárcel. Sus dudas subían del hecho de que el ministerio de Jesús no respondía a sus expectativas (v. Mt 3:10). Jesús le respondió al decirle que las profecías sobre el Mesías se cumplían, porque la sanación y la salvación debe venir antes del juicio (v. Is 61:1–2). Esto me muestra la importancia de cimentar mis expectativas en Tu Palabra. El remedio para vencer las dudas es pasar mucho tiempo en las Escrituras. Debo permitir entrar en mi mente lo que has dicho para que transforme mis perspectivas y mis opiniones. Después de que salieron los discípulos de Juan, Jesús reveló a las multitudes que Juan desempeñó el papel del mensajero predicho por Malaquías, diciendo: “Y si quieren aceptarlo, él es Elías, el que había de venir” (Mt 11:14). Juan fue enviado delante de Jesús para preparar el camino del Mesías, y este honor lo marcó como el mayor profeta de la era del primer pacto. Sin embargo el Nuevo Pacto inaugurado por Cristo fue mayor que el primer pacto. Esto significó que “el más pequeño en el reino de los cielos” era mayor que Juan por ser parte de la época mesiánica que seguiría a la muerte de Juan. Esto me enseña que debo apreciar los privilegios y las bendiciones que acompañan vivir en los últimos días. Entonces Jesús denunció las ciudades en que había hecho la mayoría de sus milagros porque no se arrepintieron. Les dijo que si Tiro, Sidón, y Sodoma hubieran visto lo que fue hecho en Corazín, Capernaúm, y Betsaida, hacía mucho tiempo que se habrían arrepentido en cilicio y ceniza. Esto me muestra que aunque no debes revelarte a nadie, siempre das la gracia suficiente para llevarnos al arrepentimiento. Los que reciben más gracia también recibirán más juicio, porque Tú sabes lo que habrían hecho los demás si hubieran recibido tal gracia.

Reflexión

Jesús demostró repetidamente que tenía el poder para sacar la esperanza de la tragedia. ¿Descanso hoy en Tu promesa para hacer que todas las cosas cooperen para bien, para que yo sea hecho conforme a la imagen de Tu Hijo?

Petición

Padre, ayúdame a aceptar Tu gracia y atesorar Tu misericordia. Revélame más y más cada día cómo es Tu Hijo. ¡Que yo Te conozca en toda Tu plenitud!

Agradecimiento

Gracias por la invitación: “Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar” (Mt 11:28). ¡Qué maravilloso es servir a un Salvador que es manso y humilde de corazón! ¡Te alabo, Señor!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Mateo 11:30.