Querido Padre Celestial,

Alabanza

Jesús dijo: “el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados” (Mr 2:10). Qué maravilloso es adorar al Mesías, al Hijo del Hombre a quien Le has dado “dominio, gloria y reino”. Él es el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre, el Dios-hombre cuyo “dominio es un dominio eterno que nunca pasará” (Dn 7:13–14). ¡Te alabo, Señor!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste sobre el ministerio de curación y exorcismo que Jesús tuvo en Galilea. Él cumplía la profecía de Isaías: “Él llevó nuestras enfermedades y cargó con nuestros dolores” (Mt 8:17; Is 53:4a). Esto me enseña que ciertas características del ministerio de Jesús en la tierra fueron únicas para Su papel como el Siervo Sufriente de que habló Isaías (Is 42:1–4; 49:1–6; 50:4–9; 52:13–53:12). Como discípulo de Jesús, no soy llamado a un ministerio de curación y de exorcismo como Él. Al contrario, me llamas para seguir el liderazgo de Tu Espíritu y hacer lo que quieres que yo haga. Cuando Jesús echo fuera a los demonios, no permitió que hablaran porque sabían quién era. Hizo esto porque el Siervo no debía ir por ahí revelando Su identidad. Al contrario, él debía permanecer reservado y humilde (v. Is 42:2–3; Mt 12:15–21). Satanás y sus demonios sabían esto, y buscaban oportunidades para socavar el cumplimiento de la profecía en Jesús al proclamar Su identidad real. Esto me muestra que el enemigo aún intenta usar la verdad para obstaculizar Tus planes y Tus propósitos. Quedé impresionado por el compromiso de Jesús a sus devociones personales. En medio de un ministerio exitoso en Capernaum, salió muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, y fue a un lugar solitario para orar (Mr 1:35). Hacía esto con regularidad (Lc 5:16), dejándome un ejemplo que debo seguir. Como su discípulo, debo escuchar Tu Palabra diariamente y responder a lo que me dices. Esta práctica me ayudará a tener una relación viva contigo. Jesús no permitió que Su éxito en Capernaúm Le impidiera predicar el evangelio en otros lugares. Les dijo a Sus discípulos: “También a las otras ciudades debo anunciar las buenas nuevas (el evangelio) del reino de Dios, porque para esto Yo he sido enviado” (Lc 4:43). Jesús sabía cuál era Su misión, y permaneció centrado en cumplirla. Esto me enseña que debo “buscar primero Su reino y Su justicia” (Mt 6:33). Me encanta la fe mostrada por el leproso. Él dijo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme” (Lc 5:12). La fe verdadera está segura de Tu capacidad, pero queda sumisa a Tu voluntad. Después de sanarlo, Jesús le mandó que guardara la ley de Moisés y que no dijera a nadie excepto a los sacerdotes lo que le había sucedido. Esto muestra que Jesús obedeció la ley mosaica y siguió sus mandatos. Después de todo, no había venido para poner fin a la Ley, sino para cumplirla (Mt 5:17). El leproso no obedeció la orden de Jesús de guardar en secreto su curación, y como resultado, el ministerio de Jesús fue estorbado hasta el punto de que tenía que ejercer su ministerio en lugares desolados. Esto me revela que debo hacer lo que me dices aunque para mí, no tenga sentido. Sería mucho mejor estar confuso, que estorbar Tu ministerio en las vidas de los demás.

Reflexión

Cuando los fariseos quejaron de que Jesús comía con los recaudadores de impuestos, Él les respondió: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lc 5:32). ¿Estoy haciendo todo lo que pueda para ganar a los perdidos para Ti?

Petición

Padre, Jesús me dejó el ejemplo para que Yo siga Sus pasos (1 P 2:21). Ayúdame a vivir mi vida de la manera en que vivió Jesús, y dame el poder para hacer lo que quieres que yo haga.

Agradecimiento

Gracias por la misericordia y la compasión que extiendes hacia los pecadores, porque sin Tu amor, ¡yo todavía estaría perdido espiritualmente! Tú dijiste: “Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9:13). ¡Aleluya!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Lucas 5:28.