Querido Padre Celestial,

Alabanza

Juan el Bautista dijo: “Ahí está el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Te alabo hoy por el sacrificio de Tu Hijo. Fue traspasado por mis transgresiones, molido por mis iniquidades, y por Sus heridas he sido sanado. ¡Toda la gloria y toda la honra sean para el Cordero de Dios, que me ha quitado mi pecado! ¡Te alabo, Señor!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste sobre el bautismo de Jesús, Su tentación en el desierto, y la primera señal que hizo en Caná. Me fascina que “Jesús llegó de Galilea al Jordán, a donde estaba Juan, para ser bautizado por él” (Mt 3:13). Esto significa que Tu Espíritu Le mandó que fuera bautizado, y hay varias razones por las que mandaste esto: (a) permitió que Juan cumpliera su papel como el precursor del Mesías (Is 40:3–5), (b) dio la oportunidad para que Jesús se identificara públicamente con la señal externa de la obra interna que pronto habría de cumplir, (c) permitió que Jesús apoyara el bautismo de Juan, dando testimonio del bautismo y mostrando que provenía de Ti, (d) proveyó un escenario en el que anunciaste el comienzo del ministerio de Tu Hijo como el Siervo Sufriente (Lc 3:22–23) y en que el Espíritu otorgó el poder a Jesús para Su misión mesiánica (Lc 4:1). Antes de que Jesús comenzara a predicar, Lo probaste y Satanás Lo tentó. Si Tú probaste a Tu propio Hijo y dejaste que fuera tentado, no puedo esperar menos. Incluso Jesús “aprendió obediencia por lo que padeció” (He 5:8), porque como el Dios-hombre, tenía una naturaleza humana que podía resistirse al liderazgo del Espíritu (su cuerpo deseaba comer cuando el Espíritu mandó que ayunara). La prueba rigurosa de Jesús en el desierto me enseña varias lecciones sobre la tentación: (a) con frecuencia, la tentación viene después de alguna victoria o renovación espiritual (Mr 1:11–12), (b) me golpea cuando me siento débil y es dirigida a mis debilidades (Mt 4:2–3), (c) me ofrece una manera pecaminosa para llevar a cabo un fin piadoso (Mt 4:6), (d) con frecuencia, contiene una pizca de verdad distorsionada para engañarme (Mt 4:6), y (e) siempre debo resistirla con la verdad de Tu Palabra (Mt 4:7). Jesús regresó al Jordán después de la tentación, e invitó a los primeros discípulos que Lo siguieran. Esto me recuerda que ser discípulo tiene que ver con seguir a Jesús. Él es mi maestro, y Su invitación “Vengan, y verán” me invita a ser testigo de Su poder, aprender Su doctrina, imitar Su manera de vivir, y llegar a ser como Él en mis pensamientos, actitudes, y acciones. En Caná, Jesús hizo el “principio de sus señales” y “manifestó Su gloria” (Jn 2:11). Lo hizo en el poder del Espíritu Santo, y lo hizo para que los discípulos creyeran en Él. Juan lo puso por escrito para que yo también creyera en Él, y para que al creer, que yo tuviera vida en Su Nombre (Jn 20:31).

Reflexión

Cuando Jesús fue tentado, Él pudo rebatir cada tentación con la Escritura. Podía hacer esto porque había memorizado Tu Palabra y meditado sobre su verdad. ¿Estoy implantando Tu Palabra en mi corazón y en mi mente? ¿Estoy resistiendo toda tentación por el poder de Tu Palabra?

Petición

Padre, dame la gracia para estar firme y para apagar los dardos encendidos del enemigo. Anímame a memorizar Tu Palabra, y ayúdame a usar esa verdad para resistir las tentaciones del diablo (v. Ef 6:10–18).

Agradecimiento

Gracias por el ejemplo de Cristo, ¡que me muestra cómo ser un vencedor en el poder de Tu Espíritu Santo! ¡Puedo fortalecerme en el Señor y en el poder de Su fuerza!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Juan 1:34.