Querido Padre Celestial,

Alabanza

Puedo ver Tu misericordia y Tu gracia en el regreso de Esdras. Él no se imaginaba que el remanente había violado Tu pacto al casarse con mujeres idólatras, pero Tú lo sabías. Lo enviaste a Jerusalén en ese preciso momento para llamar a Tu pueblo al arrepentimiento y a una lealtad renovada hacia Ti. Los podías haber destruido por su pecado, pero extendiste Tu mano en disciplina pero con amor. ¡Cuán grande es Tu fidelidad! ¡Aleluya!

Hoy en Tu Palabra

Cuatro meses después de la llegada de Esdras a Jerusalén, los príncipes le dijeron que algunos del remanente se habían casado con mujeres de “los pueblos de las tierras”. Estos pueblos practicaban las mismas abominaciones que los hititas, los cananeos y los jebuseos, entonces se ve que estos matrimonios fueron una violación explícita de la ley (Dt 7:1–6). Esdras se horrorizó. Rasgó su vestido y arrancó pelo de su cabeza y de su barba, y se sentó en silencio, atónito. A la hora del sacrificio de la tarde, se levantó y Te ofreció una oración de confesión. Secanías sugirió que hicieran un pacto contigo y echaran a las mujeres extrañas de la comunidad. Esdras hizo que los ancianos de Israel juraran cumplir lo que habían prometido, y envió mensajeros para decir a los del remanente que tenían que presentarse en Jerusalén dentro de tres días si no querían experimentar la confiscación de todos sus bienes y la excomunión de la congregación. Tres días después la congregación entera llegó, y ellos estaban temblando en la lluvia, esperando escuchar lo que les diría Esdras. Él les reprochó por su infidelidad, y mandó que se separaran de “los pueblos de la tierra y de las mujeres extranjeras”. Al final de su discurso, se estableció una comisión de investigación, y tres meses después, 113 hombres echaron a sus mujeres y sus niños. Esta historia me enseña varias lecciones. Primero, me muestra que siempre se prohíbe cualquier relación que ponga en peligro mi devoción a Ti o que la comprometa. Esto incluye no solo el matrimonio, pero también las amistades, las alianzas de negocios, y los tratados internacionales. Segundo, me enseña que mi relación contigo es más importante que cualquier otra relación. Esta verdad se ve claramente en la Ley. Mandaste que si una mujer invitaba a su marido para adorar a otros dios en secreto, que él no tuviera piedad de ella ni le perdonara la vida, sino que la traería delante del pueblo y todos la apedrearían (Dt 13:6–11). Porque los hombres judíos se habían casado voluntariamente con estas mujeres extranjeras, sabiendo que adoraban a otros dioses, y porque las mujeres no estaban dispuestas a cesar su idolatría (v. Esd 6:21), la separación era una solución compasiva al problema. Les perdonó la vida a las mujeres, y quitó el peligro espiritual de su idolatría en la comunidad. Las decisiones que esos 113 hombres habían tomado hicieron que se derramara Tu ira sobre todo el remanente (Esd 10:14). La santidad de un grupo es la responsabilidad de cada persona en ese grupo. Mi comunidad será santa solo mientras yo y los otros miembros nos separamos del pecado para buscarte a Ti.

Reflexión

¿Existe alguna relación en mi vida que representa una amenaza para mi relación contigo? ¿Necesito terminar alguna alianza que he hecho con un incrédulo?

Petición

Padre, Tus leyes sobre relaciones con los incrédulos fueron dadas para protegerme (2 Co 6:14–18). Ayúdame a resistir la tentación de buscar amistades que sean espiritualmente peligrosas. ¡Que yo siempre sea fiel solo a Ti!

Agradecimiento

Gracias por poner en mi vida a personas como Esdras. ¡Ellos me animan para que yo Te siga fielmente!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Esdras 9:4.