Querido Padre Celestial,

Alabanza

La lectura de hoy me recuerda las palabras del joven Daniel: “Sea el nombre de Dios bendito por los siglos de los siglos, porque la sabiduría y el poder son de Él. Él es quien cambia los tiempos y las edades; quita reyes y pone reyes. Da sabiduría a los sabios, y conocimiento a los entendidos. Él es quien revela lo profundo y lo escondido. Conoce lo que está en tinieblas, y la luz mora con Él. A Ti, Dios de mis padres, yo doy gracias y alabo, porque me has dado sabiduría y poder” (Dn 2:20–23). ¡Te alabo, Señor!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste sobre la visión final que tuvo Daniel. Daniel había recibido visiones del futuro antes de esta, pero esta visión fue única. El nivel de detalle, especialmente sobre Egipto y Siria, era sin precedentes. La visión comenzó con un resumen del resto de los reyes de Medo-Persia, siguió por un resumen breve del imperio de Alejandro Magno, y entonces se centró en la lucha entre Egipto y Siria por el dominio en el Oriente Medio. Los Ptolomeos (Egipto “rey del sur”) y los Seleucos (Siria, “rey del norte”) rivalizaban por el dominio político y militar, e Israel, entre los dos grandes poderes geográficamente, estaba continuamente enredado en ese conflicto. Varios reyes subieron y cayeron antes de que Antíoco IV Epífanes subiera al trono sirio. Él fue el peor de los reyes sirios, y profanó Tu santuario al poner un ídolo dentro del templo, es decir, la “abominación de la desolación” (Dn 11:31). Así se ve que Antíoco fue un tipo del príncipe que ha de venir, el anticristo que hará lo que le plazca, se enaltecerá y se engrandecerá sobre todo dios, y contra el Dios de los dioses dirá cosas horrendas” (Dn 11:36). La visión terminó con la destrucción del anticristo y la resurrección de los muertos, “unos para la vida eterna, y otros para la ignominia y para el desprecio eterno” (Dn 12:2). Esta visión me enseña que no hay ninguna duda de que las fuerzas del mal serán finalmente vencidas, y Tu Hijo, Jesucristo, algún día, reinará sobre todo. Como dijo Pedro: “Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas de esta manera, ¡qué clase de personas no deben ser ustedes en santa conducta y en piedad!” (2 P 3:11). No nos dijiste sobre esta visión para satisfacer alguna curiosidad sobre el futuro, sino para que seamos diligentes para “ser hallados por Él en paz, sin mancha e irreprensibles” (2 P 3:14). ¡Una comprensión del futuro siempre debe animarme para afirmar de nuevo mi decisión para esforzarme por entrar en el reino! (Lc 13:23–24)

Reflexión

Tú escuchabas la oración de Daniel desde el primer momento en que fue hablada, pero 21 días pasaron antes de que llegara Tu respuesta. Tu ángel fue estorbado por “el príncipe del reino de Persia”, un demonio que ejercía cierto control sobre esa parte del imperio medo-persa. Esto me enseña que debo perseverar en oración y esperar con paciencia Tu respuesta porque hay fuerzas grandes en movimiento de las cuales yo conozco poco.

Petición

Padre, ¡ayúdame a correr mi carrera con perseverancia y cruzar la línea de meta por fe! (He 12:1–3). Que yo, como Daniel, ‘siga hasta el fin’ (Dn 12:13).

Agradecimiento

¡Gracias por la vida y las profecías de Daniel! ¡Que yo honre el ejemplo que él dejó al permanecer firme en el evangelio!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Daniel 12:13.