Querido Padre Celestial,

Alabanza

Mientras hoy leía los nombres en los registros genealógicos, me impresionó la comprensión de que Tú conoces a cada persona que haya existido. ¡Qué maravilloso es saber me amas y me cuidas a mí, una sola persona en el océano inmenso de la raza humana! Jesús dijo: “¿No se venden dos pajarillos por una monedita? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo el Padre. Y hasta los cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. Así que no teman; ustedes valen más que muchos pajarillos” (Mt 10:29–31). ¡Te alabo, Señor!

Hoy en Tu Palabra

Hoy compartiste conmigo la segunda parte de los archivos genealógicos de Israel. Entre los descendientes de Judá, una persona sobresale—Jabes. “…Y su madre lo llamó Jabes, diciendo: ‘Porque lo di a luz con dolor’” (1 Cr 4:9). Este nombre lo marcó como alguien que tendría un futuro doloroso, pero Jabes superó su nombre y dice que “fue más ilustre que sus hermanos” (4:9a). Logró esto por honrarte como el único y verdadero Dios, y por pedir que Tú le bendijeras. Él Te invocó, diciendo: “‘Oh, si en verdad me bendijeras, ensancharas mi territorio, ¡y Tu mano estuviera conmigo y me guardaras del mal para que no me causara dolor!’ Y Dios le concedió lo que pidió” (1 Cr 4:10). Jabes sabía la verdad que muchos años después sería escrita por Salomón en Proverbios 16:3—“Encomienda tus obras al Señor, y tus propósitos se afianzarán”. Esto me enseña que la clave del éxito personal es ponerte como el centro de mi vida. Además, me muestra qué importante es permanecer cerca de Ti, y confiar diariamente en Tu gracia y en Tu provisión que necesito. Cuando Jesús enseñaba a Sus discípulos cómo orar, les mandó que dijeran: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy…y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal” (Mt 6:11–13). Esta oración me recuerda que no puedo vivir la vida cristiana sin Tu ayuda. Si confío en Ti con todo mi corazón, reconociéndote en todos mis caminos, ¡enderezarás mis sendas! (v. Pr 3:5–6).

Reflexión

La media tribu de Manasés que se situó al lado este del Río Jordán tenía muchos hombres de valor, hombres de renombre que eran los jefes de sus casas paternas. Pero no Te seguían fielmente, y fueron llevados cautivos por los asirios (1 Cr 5:24–26). Esto me recuerda que el éxito no tiene nada que ver con la fama ni las riquezas, sino que el éxito verdadero solo tiene que ver con honrarte y servirte.

Petición

Padre, ayúdame a siempre traer honra a mi familia y que nunca la deshonre por mi pecado. Nunca quiero ser un “Rubén”—siempre recordado como el hombre que profanó la cama de su padre (1 Cr 5:1).

Agradecimiento

Gracias por la línea de Aarón, la línea de los sumos sacerdotes. El sacerdocio levítico presagió al Gran Sumo Sacerdote que había de venir—Jesucristo, mi Señor y mi Salvador. ¡Aleluya!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: 1 Crónicas 4:10.