Querido Padre Celestial,

Alabanza

Darío dijo: “De parte mía se proclama un decreto de que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen delante del Dios de Daniel, porque Él es el Dios viviente que permanece para siempre, y Su reino no será destruido y Su dominio durará para siempre. Él es el que libra y rescata, hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra, el que ha librado a Daniel del poder de los leones” (Dn 6:26–27). Me uno a Darío para alabar Tu Nombre. ¡Tú eres verdaderamente el Dios que rescata y libra! ¡Te alabo, Señor!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste sobre la caída de Babilonia y el ascenso de Medo-Persia. La caída de Babilonia sucedió algunos 14 años después de la visión que tuvo Daniel de las cuatro bestias enormes (cap. 7). En ese momento, Daniel tenía más o menos 80 años. Los ejércitos persas avanzaron contra Babilonia, y el comandante, Ugbaru, asedió la ciudad. Sin embargo, Belsasar, el nieto de Nabucodonosor, no se preocupaba. Los muros babilónicos no podrían ser atravesados, y el Río Eufrates pasaba por la ciudad. Por eso, siempre había agua suficiente, y además, había comida suficiente para muchos años. Para mostrar su confianza en las defensas de la ciudad, Belsasar ofreció un gran banquete para sus nobles. En su insolencia, ordenó que sus siervos trajeran los vasos de oro y de plata de Tu templo para que bebieran en ellos su vino mientras adoraban los dioses babilónicos. De repente, los dedos de una mano aparecieron y escribieron sobre la pared, y Daniel fue llamado delante del rey. Él reprendió a Belsasar, diciendo: ‘Tu padre fue humillado, y se dio cuenta de que el Dios Altísimo domina sobre todo. Pero tú, su hijo, no has humillado tu corazón, aunque sabes la verdad, sino que te has enaltecido contra el Señor del cielo. ¡No has glorificado al Dios que tiene bajo su control Tu vida misma y todos tus caminos!’ (Dn 5:18–23). Esa misma noche, Belsasar fue muerto, y el imperio babilónico cayó ante Darío el medo. Esto me enseña la necedad de rechazar el ejemplo santo dejado por mis padres. Si paso por alto su sabiduría, insistiendo en hacer lo que quiero, no cabe duda de que el desastre me alcanzará así como alcanzó a Belsasar. Cuidaste de Daniel durante el periodo de transición entre los imperios, y se destacó entre los gobernantes y líderes por su “espíritu extraordinario” (Dn 6:3). Darío se quedó tan impresionado que planeaba poner a Daniel sobre todo el imperio. Esta decisión causó celos en los otros funcionarios y sátrapas, y conspiraron para matar a Daniel por tomar ventaja de su lealtad a Ti. Daniel fue llevado al foso de los leones, pero Tú cerraste las bocas de ellos y no pudieron hacerle ningún daño. Darío estuvo rebosante de alegría cuando escuchó la voz de Daniel. Él mató a los que habían conspirado contra Daniel, ¡y promulgó un decreto para que todo el imperio Te adorara! Esto me enseña que hay tribulaciones aun en las vidas de los hombres más santos (v. Ez 14:14). Sin embargo, siempre eres fiel—si confío en Ti y si Te obedezco, me cuidarás y me librarás de mis enemigos.

Reflexión

Los conspiradores contra Daniel dijeron: “No encontraremos ningún motivo de acusación contra este Daniel a menos que encontremos algo contra él en relación con la ley de su Dios” (Dn 6:5). ¿Se puede decir eso de mí?

Petición

Padre, ¡otórgame un espíritu como el de Daniel! ¡Que mi vida sea tan intachable y recta que mis enemigos no puedan encontrar motivos para quejarse de mí o para acusarme de alguna maldad!

Agradecimiento

Gracias por el ejemplo santo dejado por Daniel. Él me muestra que puedo vivir una vida santa a pesar de que yo esté rodeado por un mundo idólatra y perverso.

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Daniel 6:27.