Querido Padre Celestial,

Alabanza

El libro de Ezequiel concluye con la promesa: “Y el nombre de la ciudad [de Jerusalén] desde ese día será: ‘el Señor está allí (Yahweh-Sammah)’” (Ez 48:35b). Algún día, morarás con Tu pueblo para siempre. Nunca jamás serán separados de Ti por el pecado. Para siempre, Israel vivirá como Tu pueblo, ¡y Tú serás su Dios! ¡Qué maravilloso es servir a un Dios que habita entre Su pueblo! ¡Te alabo, Señor!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste acerca de la parte final de la visión milenaria que tuvo Ezequiel. Las aguas vivificadoras brotarán de debajo del templo—una mitad fluirá hacia el Mar Mediterráneo y la otra mitad hacia el Valle del Jordán y el Mar Muerto (Zac 14:8). El Mar Muerto, que actualmente es un símbolo de desolación y de muerte, estará lleno de agua dulce y abundará en peces. Esto es un cuadro bello de la vida y la curación que vienen de Tu Presencia. Eres el Dios de la vida— ¡la fuente de toda bendición y de toda salud! La visión concluye con una descripción de las fronteras de la nación de Israel y el reparto de las tierras entre las tribus. Los límites del Israel futuro serán casi lo mismo que sus límites originales (Nm 34:3–12); sin embargo, las porciones de las tribus serán las mismas, incluyendo dos porciones para José, y tierra repartida para los levitas. Tu pueblo morará en la tierra, pero no serán los únicos que vivirán allí. Cualquier gentil que quiera habitar entre las tribus también recibirá una porción de la tierra así como la reciben los judíos (Ez 47:21–23). Esto muestra Tu deseo de incluir a los gentiles en la nación de Israel (v. Lv 19:34). ¡Qué cuadro tan bello de la unidad entre judíos y gentiles por medio de Tu Hijo Jesucristo! En Él, ¡soy un hijo de Abraham y un judío espiritual (v. Ro 9–11)! El libro de Ezequiel concluye con esta visión del futuro, pero la última profecía de Ezequiel todavía estaba por llegar. Aproximadamente dos y medio años después, hablaste con Ezequiel sobre el asedio de la ciudad de Tiro por Nabucodonosor. El asedio había continuado por casi 13 años, y exactamente cómo lo había predicho Ezequiel (Ez 26:7–11), los babilonios finalmente la vencieron. Sin embargo, no habían recibido nada que pudiera pagar por el asedio largo. Entonces declaraste: “Voy a dar la tierra de Egipto a Nabucodonosor, rey de Babilonia. Se llevará sus riquezas, capturará su botín y tomará su despojo; y esto será la paga para su ejército. Le he dado la tierra de Egipto por la obra que realizó contra Tiro, porque trabajaron para mí, (Ez 29:19–20). ¡Qué asombroso! Aunque es probable que Nabucodonosor nunca se dio cuenta de que estaba trabajando para el Señor, ¡este es lo que hacía! Esto me enseña que las naciones de los hombres están bajo Tu soberano control, ¡y puedes usar aun sus guerras para llevar a cabo el propósito de Tu voluntad! ¿Cuánto más está mi vida en Tus manos? ¡Puedo descansar seguro al saber que Tú me guiarás y protegerás!

Reflexión

El libro de Ezequiel me da mucho en que pensar sobre cómo la maldad puede echar Tu Presencia de mi vida. ¿Obedezco Tu voluntad constantemente? ¿Se puede decir de mi vida: “El Señor Está Allí”?

Petición

Padre, imprime el mensaje de Ezequiel en mi corazón y en mi mente. ¡Que yo esté tan ocupado en hacer Tu voluntad que nunca cese para considerar los placeres temporales del pecado!

Agradecimiento

Gracias por el futuro glorioso que le espera al pueblo de Dios. ¡Que toda la alabanza, la honra y la gloria sean para el Cordero! ¡Aleluya!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Ezequiel 47:12.