Querido Padre Celestial,

Alabanza

Tu pueblo estaba retorciendo sus manos desesperadamente y decía: “‘Ciertamente nuestras transgresiones y nuestros pecados están sobre nosotros, y por ellos nos estamos consumiendo; ¿cómo, pues, podremos vivir?’” (Ez 33:10). Tu respuesta fue clara e inequívoca: “Vuélvanse, vuélvanse de sus malos caminos”, ¡y vivirán! Te alabo, Señor—eres el tipo de Dios que llama a los malvados para que se arrepientan, ofreciéndoles la vida eterna. ¡Aleluya!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste que Ezequiel dio una profecía final para responder a las noticias de la caída de Jerusalén. Pero antes, él explicó que la pérdida que había sufrido Israel de su tierra prometida fue debido a su rebelión constante contra Ti. Sin embargo, el destierro de Israel entre las otras naciones no duraría para siempre. Un día, ellos serían reunidos en la tierra, y otra vez, Israel y Judá serían una sola nación. El Mesías los apacentaría y reinaría sobre ellos como su príncipe. Vivirían seguros en la tierra, y estarían en paz. En la lectura de hoy, Ezequiel habló de un final intento de invadir la tierra y destruir a Israel. Tu mensaje fue claro: “Gog, de la tierra de Magog” no podría vencer a Tu pueblo. Lo destruirías completamente a él y a su ejército, y al hacerlo, santificarías Tu Nombre entre las naciones. Esta profecía de una invasión futura que Tú vencerás tuvo el propósito de enseñarles que su seguridad verdadera se hallaría solo en su lealtad a Ti y en su compromiso contigo. Cuando eran rebeldes y malvados, les entregaste en las manos de las otras naciones, pero en los últimos días, cuando Te honrarán y Te obedecerán, ¡ningún ejército podrá vencerlos! Esta profecía me enseña que cuando Te sigo de todo corazón, ningún poder terrenal me pueda hacer daño—puedo confiar completamente en Tu amor. Dos meses después, Ezequiel profetizó acerca de la nación de Egipto. Hasta ese momento, Egipto había evitado la destrucción que Judá había sufrido, pero tenía los días contados. Hiciste que Ezequiel cantara sobre el faraón Hofra un canto fúnebre, entonces ellos hicieron un recorrido por “la vida de ultratumba” con la que estaban tan obsesionados, y Tú fuiste su guía. En lugar de una gran fiesta con muchísima comida y muchos siervos, la única cosa que la multitud de Egipto podía esperar era ver las otras naciones destruidas antes de ellos: Asiria, Elam, Mesec, Tubal, Edom y Sidón. Esto me muestra que la única cosa que les espera a los que se rebelan contra Ti es un castigo eterno en el infierno. La lectura terminó con una advertencia para Ezequiel sobre la gran responsabilidad que tenía de comunicar Tu mensaje al pueblo de Israel. Si él no llamaba a los rebeldes para arrepentirse, ¡Tú demandarías su sangre de Ezequiel! Esto me enseña la importancia de ser leal a Tu Palabra y de predicarla fielmente.

Reflexión

Tú dijiste: “La justicia del justo no lo salvará el día de su transgresión… como tampoco el justo podrá vivir por su justicia el día que peque” (Ez 33:12). Este es un recordatorio aleccionador de que no puedo vivir por inercia, confiando en las decisiones que he tomado en el pasado— ¡tengo que tener una fe actual y viva!

Petición

Padre, ayúdame a permanecer firme en la fe y andar diariamente por el Espíritu. Yo sé que mientras sigo esforzándome por entrar en el Reino (Lc 13:24), ¡me guardarás con Tu poder!

Agradecimiento

¡Gracias por Tu gracia que me salva! Verdaderamente, no Te complaces “en la muerte del impío, sino en que el impío se aparte de su camino y viva” (Ez 33:11). ¡Aleluya! ¡Qué Salvador!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Ezequiel 33:13.