Querido Padre Celestial,

Alabanza

Jeremías dijo: “¡Ah, Señor Dios! Ciertamente, Tú hiciste los cielos y la tierra con Tu gran poder y con Tu brazo extendido. Nada es imposible para Ti” (Jer 32:17). Te alabo hoy por ser el Dios todopoderoso, el Dios cuyo nombre es el Señor de los ejércitos. Eres “grande en consejo y poderoso en obras, y Tus ojos están abiertos sobre los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno conforme a sus caminos” (Jer 32:19). Pase lo que pase, puedo confiar en Ti— ¡eres Rey de reyes y Señor de señores!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste más de lo que sucedió durante el tercer y final sitio de Jerusalén. Mientras se quedaba Jeremías en la guardia, Tu Palabra sobre Egipto fue dada a Ezequiel. El Faraón Hofra hubo interrumpido el sitio que Nabucodonosor había puesto sobre Jerusalén, y el pueblo de Judá creía que su alianza política con Egipto era su salvación. Pero Egipto estaba obstaculizando Tu plan para juzgar a Jerusalén por la mano de Babilonia, y por eso, ellos también caerían bajo Tu ira. Prometiste hacer de Egipto una “desolación” por cuarenta años, esparciendo a los egipcios entre las otras naciones. Al fin de esos cuarenta años, traerías a los egipcios hacia su tierra, pero su reino nunca tendría su poder anterior, y nunca jamás confiaría Israel en ellos en lugar de en Ti. Y es lo que sucedió. El imperio babilónico derrotó a Egipto en 568 ac, y los egipcios nunca jamás se hicieron una superpotencia en el mundo antiguo. Después de algunos cuarenta años, los persas permitieron que los egipcios regresaran a su tierra, cumpliendo Tu profecía hablada por Ezequiel. Esto me muestra lo inútil que es pasar por alto Tu Palabra y confiar en el poder de los hombres. También, me enseña que los que intentan impedir Tus planes se hacen Tus enemigos. Debo tener cuidado de no resistir la autoridad de alguien que está haciendo Tu voluntad divina— ¡incluso cuando ese lider sea malvado! Entretanto, en la ciudad de Jerusalén, los babilonios habían regresado a la ciudad después de luchar contra Hofra, y estaban construyendo sus rampas de asedio contra las paredes. El pueblo lamentaba desesperado la destrucción inminente de Jerusalén. En medio de esta situación desoladora, ¡mandaste que Jeremías comprara un terreno! Su compra significó que en algún día futuro, traerías a Tu pueblo hacia Jerusalén otra vez. Habías derramado el desastre sobre ellos; pero en la misma manera, derramarías el bien sobre ellos en ese día. “Y se comprarán campos en esta tierra de la cual ustedes dicen: ‘Es una desolación, sin hombres ni animales’” (Jer 32:43). Esto me recuerda que eres verdaderamente “el Señor, el Dios de toda carne” (Jer 32:27). ¡No hay nada que sea difícil para Ti! Cuando las circunstancias de mi vida parecen ser desesperadas, necesito levantar mi cabeza y ver Tu brazo poderoso. En lugar de ceder a la desesperación, debo regocijarme al considerar que algún día, ¡seré parte del reino glorioso de Tu Hijo, Jesucristo! ¡Aleluya!

Reflexión

En la lectura de hoy, es obvio que el bien que has planeado para el futuro debe animarme a mí actualmente. Cuando estoy desanimado, ¿medito sobre la salud y la sanidad que vendrán en esa restauración futura? (ve Jer 33:3–8).

Petición

Padre, las personas que vivían en los días de Jeremías dudaron de Tu palabra y no creían Tu promesa (Jer 33:24). ¡Ayúdame a permanecer firme en la fe y creer Tu Palabra pase lo que pase!

Agradecimiento

Gracias por la promesa: “En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar de David un Renuevo justo, y Él hará juicio y justicia en la tierra” (Jer 33:15). ¡Ven, Señor Jesús!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Jeremías 33:14.