Querido Padre Celestial,

Alabanza

Le dijiste a Ezequiel: “La tierra está llena de sangre y la ciudad está llena de perversión… Pero en cuanto a Mí, tampoco Mi ojo tendrá piedad, ni Yo perdonaré, sino que haré recaer su conducta sobre sus cabezas” (Ez 9:9–10). Te adoro hoy por Tu ira y Tu juicio sobre el pecado. Tú eres provocado a la ira por la maldad, y de ninguna manera tendrás por inocente al culpable. ¡Que toda la gloria y toda la honra y toda la alabanza sean para Ti, el Juez de toda la tierra! ¡Aleluya!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste sobre la visión que Ezequiel tuvo de la salida de Tu gloria de Jerusalén. Al leer la historia, noté las creencias del pueblo que respaldaban su idolatría. Primero, los ancianos de Judá dijeron: “El Señor no nos ve; el Señor ha abandonado la tierra” (Ez 8:12). En lugar de confesar que su esclavitud en Babilonia era el resultado de su propia maldad, los ancianos hablaban de la verdad de Tu juicio para afirmar que los habías abandonado. Porque estabas “ausente”, podían hacer lo que querían–adorar a otros dioses. La ironía es que en ese momento Tu Presencia gloriosa todavía estaba presente, flotando en el aire arriba de ellos mientras quemaban incienso a sus ídolos. ¡Así es la necedad de aquellos que creen que no los puedes ver! Esto me enseña que si me niego a escuchar Tu Palabra, me haré vano en mis razonamientos y mi necio corazón será entenebrecido (Ro 1:21–23). Segundo, los jefes de Judá le aconsejaban al pueblo: “¿Acaso no es un buen momento para construir casas? Esta cuidad es como una olla de hierro. Aquí adentro estamos a salvo, como la carne en la olla” (Ez 11:3 NTV). Tú habías dejado en claro que la ciudad sería destruida, pero los líderes del pueblo estaban instándole a edificar casas y sentirse seguro. Esto me enseña que si permito el pecado en mi corazón, ¡dirigiré a aquellos bajo mi autoridad hacia el desastre! Finalmente, las personas todavía en Jerusalén les dijeron a los desterrados que estaban en Babilonia: “Aléjense del Señor; a nosotros se nos ha dado esta tierra en posesión” (Ez 11:15). Los habitantes de la ciudad creían que los desterrados en Babilonia estaban bajo Tu juicio por su pecado y ellos mismos formaban el remanente santo que sería guardado y bendito por Ti. ¡Qué increíble! Esto me muestra que cuando me niego a creer la verdad, las otras opciones que me quedan solo son mentiras. ¡Me dirigiré hacia el infierno mientras siga creyendo que tengo razón y que los demás no la tienen! (v. Mt 7:22–23) ¡Que no suceda nunca!

Reflexión

Ezequiel tuvo una visión de una de las tragedias más grandes de toda la historia de la raza humana—Tu gloria salió de Jerusalén y el pueblo ni siquiera se daba cuenta de que Te habías ido. ¿Cuál es el mensaje para mí? ¡“No seas altanero, sino teme; porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará” (Ro 11:20–21)!

Petición

Padre, ojalá que nunca salga Tu Espíritu Santo de mi vida como Te fuiste de Jerusalén. Ayúdame a resistir los placeres temporales del pecado— ¡que yo siempre Te siga en obediencia y fidelidad!

Agradecimiento

Gracias por decirme sobre la visión de Ezequiel. Siempre me adviertes que me aleje del camino del pecado, ¡y quiero que Tú sepas cuán agradecido estoy por Tu gran fidelidad y amor para conmigo!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Ezequiel 11:19.