Querido Padre Celestial,

Alabanza

¡Cuán grande es Tu amor y Tu misericordia! Hiciste que Tu mensajero, Ezequiel, se molestara y que se avergonzara para mostrar vívidamente a los desterrados las consecuencias de su pecado. Extiendes Tu mano hacia un pueblo terco y rebelde, instándole a que deje la maldad—verdaderamente, ¡no hay ningún Dios como Tú!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste cómo Ezequiel escenificó la destrucción venidera de Jerusalén (el asedio final comenzaría en menos de cinco años). Muchos de los desterrados (tal vez la mayoría de ellos) creían que regresarían pronto a Jerusalén, y que nunca permitirías que los babilonios paganos destruyeran Tu ciudad escogida y Tu templo santo. Ezequiel les dijo que no tenían razón—ellos habían profanado el templo con sus ídolos y Tu paciencia para su maldad ya había terminado. Ezequiel utilizó una tableta de barro para simbolizar Jerusalén y puso sitio contra ella. Luego se acostó sobre su lado izquierdo dirigiendo su rostro al norte para representar el pecado del reino del norte, Israel—lo hizo por algunas horas diariamente por 390 días. Después de terminar los 390 días, se acostó sobre su lado derecho mirando al sur para significar el pecado del reino del sur, Judá—lo hizo por algunas horas diariamente por 40 días. Durante esta representación del asedio venidero, le mandaste que comiera y bebiera de una manera que indicaría cómo los judíos famélicos comerían los pocos alimentos que les quedarían en Jerusalén. Ezequiel también fue atado con cuerdas para mostrar cómo el pueblo estaría atrapado en la ciudad. Esta representación detallada tenía el propósito de llamar la atención de los desterrados en Babilonia y hacer que ellos se dieran cuenta de la verdad de que el pecado conlleva consecuencias—ellos no podían seguir creyendo que su estado como Tu pueblo escogido los eximía de Tu castigo. También Ezequiel les dijo a los desterrados cuánto Te habían dolido “a causa de sus corazones adúlteros que se apartaron de Mí, y a causa de sus ojos que se prostituyeron tras sus ídolos” (Ez 6:9). Cuando todas las cosas que Ezequiel había profetizado se cumplieran, el pueblo sabría que “Yo soy el Señor; no en vano he dicho que les haría este mal” (Ez 6:10).

Reflexión

Ezequiel insistía en que Tu juicio haría que el pueblo Te reconociera como su Señor. Esto significa que Tu justo castigo puede ser un camino hacia la redención para aquellos cuyos corazones están dispuestos a dejar su pecado.

Petición

Padre, me duele mucho al leer cómo Tu pueblo Te trató tan vergonzosamente. Ayúdame a no olvidar cuánto Te duele mi pecado para que yo siempre rechace las tentaciones del enemigo.

Agradecimiento

¡Gracias por amarme tanto que me adviertes sobre las consecuencias del pecado! Con regularidad, necesito recordar el desastre que viene sobre las personas que no escuchan Tus advertencias.

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Ezequiel 7:4.