Querido Padre Celestial,

Alabanza

Que Tu Nombre sea bendito por los siglos de los siglos, porque la sabiduría y el poder son de Ti. Tú eres el que cambia los tiempos y las edades; quitas reyes y pones reyes. Das sabiduría a los sabios, y conocimiento a los entendidos (Dn 2:20–21). Sabes lo que ocurrirá aun cuando todavía está en el futuro—de verdad, ¡eres digno de mi alabanza! ¡Aleluya!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste sobre el sueño de la gran estatua de Nabucodonosor—era de cuatro metales distintos con un aspecto muy espantoso. Mientras el rey observaba, una piedra llegó y la golpeó en sus pies, y se hicieron pedazos. La estatua se derrumbó en medio de una nube de polvo y el viento se la llevó completamente, pero la piedra se convirtió en un gran monte que llenó toda la tierra. Daniel interpretó el sueño de Nabucodonosor. Dijo al rey que los cuatro metales distintos simbolizaban cuatro imperios distintos que reinarían sobre el mundo conocido, uno tras otro: Babilonia, Medo-Persa, Grecia y Roma. La piedra que destruyó la estatua simbolizaba a Cristo en Su Segunda Venida. Él derrotaría la fase final del imperio romano, y establecería Su Reino Milenario sobre todo el mundo. Esto me enseña que Tú estás completamente en control de todo el futuro, y que algún día el Reino de Jesucristo llenará toda la tierra. Mientras que Daniel Te servía en Babilonia, Joacim estaba en la ciudad de Jerusalén, ocupado con planear una rebelión. Cuando Faraón Necao II venció las fuerzas de Nabucodonosor en la frontera egipcia en 601 ac, Joacim se aprovechó de la situación y se rebeló. Otra vez, Judá confiaría en la “caña quebrada”, es decir, en Egipto. La guerra contra Egipto le había costado mucho a Babilonia, y Nabucodonosor no podía más que hacer incursiones pequeñas contra Judá mientras fortalecía sus tropas. Estas incursiones causaron que los recabitas se mudaran a Jerusalén donde los usabas para dar ejemplo de un pueblo que fielmente seguía los mandatos de su padre. ¡Qué contraste con el pueblo rebelde de Judá! Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que Nabucodonosor volviera a Judá. Para esa fecha, Joacim ya había muerto. Joaquín fue llevado al destierro por su orden, y Nabucodonosor le dio el trono a un rey títere, Sedequías. Otra vez, Tu Palabra fue confirmada (Jer 36:31).

Reflexión

Con frecuencia, creo que si alguien solamente supiera la verdad, en seguida se arrepentiría y se volvería a Ti. Pero la realidad no es así—muchas veces, la verdad solo sirve para provocar sus corazones pecaminosos a más rebelión.

Petición

Padre, dame el espíritu de los recabitas que fiel y sinceramente siguieron el mandato de su padre Jonadab. Ayúdame a dar un ejemplo de obediencia a mi familia.

Agradecimiento

Gracias por decirme sobre el futuro de este mundo—por medio de Daniel, ¡tengo conocimiento que solo Tú puedes saber! ¡Qué privilegio maravilloso!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Jeremías 35:18–19.