Querido Padre Celestial,

Alabanza

Proclamaste por medio de Isaías: “Yo pongo por fundamento en Sion una piedra, una piedra probada, angular, preciosa, fundamental, bien colocada. El que crea en ella no será perturbado” (Is 28:16). ¡Esa piedra es Jesucristo, el Mesías (v. Ro 10:9–11)! Afirmo mi confianza en Tu Hijo, y Lo adoro hoy. ¡Aleluya!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me dijiste de la primera parte del “Libro de los Ayes” de Isaías (Is 28–33). El contexto histórico era un tiempo de agitación política previo a la invasión de Judá por Asiria y el sitio de Jerusalén en 701 ac. El avivamiento dirigido por Ezequías en 715 ac se había enfriado, y para 705 ac, el año en que Ezequías se rebeló contra Asiria, muchos de los de Judá habían regresado a sus prácticas pecaminosas. Durante esta crisis, Isaías declaró una serie de “ayes” contra los líderes y contra el pueblo de Judá. Un “ay” era un grito amenazador de lamentación—era una carga por el pecado y una expresión del dolor frente a la certeza de Tu juicio inminente. Isaías advirtió a Judá de no confiar en sus riquezas y sus alianzas con otras naciones (Egipto) porque no podrían ayudarlo. Solo Tú podrías salvarlo de la ira venidera de los asirios. Sin embargo, los líderes se mofaron del mensaje de Isaías (Is 28:14–15). Tu respuesta fue parecido a lo que le dijiste a Acaz cuando se negó a pedir una señal—predijiste la vendida del Mesías (Is 28:16). Él haría que los sordos oyeran y los ciegos vieran (Is 29:18). Su muerte en la cruz confundiría “la sabiduría de sus sabios” y “el entendimiento de sus entendidos” (Is 29:14). Jesús es la respuesta final a los escarnecedores de este mundo. Los que son sabios basarán sus vidas en su firme fundación, no serán perturbados (Is 28:16).

Reflexión

Dijiste: “Por cuanto este pueblo se acerca a Mí con sus palabras, y Me honra con sus labios, pero aleja de Mí su corazón” (Is 29:13). Esto significa que puede haber una incongruencia inmensa entre lo que alguien dice y la verdadera condición de su corazón.

Petición

Padre, no quiero ser un escarnecedor. Ayúdame a regocijarme en Tu Palabra y responder a Tus reproches con buena actitud. Que mi corazón siempre esté cerca de Ti.

Agradecimiento

Gracias por la mejor comprensión del ministerio de Cristo que me otorgan las profecías de Isaías. Me recuerda que Tu Hijo siempre está al centro de la revelación divina (v. He 1:1–4).

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Isaías 28:11.