Querido Padre Celestial,

Alabanza

Pablo se refirió a Oseas cuando explicó Tu plan de incluir a los Gentiles en el pueblo de Dios: “es decir, nosotros, a quienes también llamó, no sólo de entre los Judíos, sino también de entre los Gentiles. Como también dice en Oseas: “A los que no eran Mi pueblo, llamare: ‘pueblo Mio,’ y a la que no era amada: ‘amada Mia.’”” (Ro 9:24–25). Qué maravilloso es pensar que mientras Oseas estaba predicando Tu mensaje de juicio a Israel, Tú ya estabas esperando el día cuando llamarías a todas las naciones a Tu lado. ¡Aleluya!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me hablaste sobre Oseas, el último profeta al reino norteño de Israel antes de que fueran hechos cautivos por la nación de Asiría. Tú le dijiste a Oseas que “tomara una mujer ramera y que con ella tuviera hijos de prostitución”. Esto significaba que querías que Oseas se casara con una mujer que eventualmente lo rechazaría, cometería adulterio, y tendría hijos con otros hombres. Esta experiencia sería un reflejo de una realidad espiritual: el pueblo de Israel Te había dejado por otros dioses. Oseas fue amable con Gomer, a pesar de su pecado. Esto demostraba que en los últimos días Tú Te reconciliarías con el pueblo arrepentido de Israel (Os 3:1–5). El matrimonio de Oseas es un ejemplo del dolor que sientes en Tu corazón cuando Tu pueblo rechaza Tu misericordia y Tu amor. También me hablaste sobre el reino de Uzías. Uzías fue un gran rey, él trajo estabilidad y prosperidad para Judá en tiempos de caos y rebeliones en Israel. “Pero cuando llegó a ser fuerte, su corazón se hizo tan orgulloso que obró corruptamente, y fue infiel al Señor su Dios, pues entró al templo del Señor para quemar incienso sobre el altar del incienso” (2 Cr 26:16). Los sacerdotes reprendieron a Uzías, pero en vez de que se arrepintiera se enojó. Su enojo le costó su trono, su vida, y su legado. La historia de Uzías es una gran advertencia contra la gente que piensa que entre más poder tienen, más pueden vivir por encima de la ley. El pecado de Uzías me recuerda que debo reconocerte como la fuente de todo mi éxito y debo humillarme bajo Tu poderosa mano.

Reflexión

No puedo imaginar casarme con alguien que me sería infiel, pero Oseas Te obedeció en lo que le pediste. El día tal vez vendrá cuando me pidas hacer algo difícil y extraordinario, y cuando venga el momento, mi deseo es responderte con fe y en obediencia, por medio de Él quien me fortalece (Fil 4:13).

Petición

Padre, guarda mi corazón contra el enaltecimiento cuando me das éxito. Establece en mi corazón el hecho de que todo lo que tengo viene de Ti y de que todo lo que soy es por Cristo.

Agradecimiento

Gracias por el amor y la compasión que Tú has revelado en el libro de Oseas. Verdaderamente, Tu corazón ha quedado al descubierto en las palabras de los profetas. ¡Cuán grande es Tu bondad, oh Dios!

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: Oseas 2:18–20.