Querido Padre Celestial,

Alabanza

¡Qué bondadoso y paciente eres, Dios! Tuviste piedad del pueblo de Israel a pesar de la maldad de Jeroboam. También le hablaste por medio de Jonás, el gran profeta a Nínive, la capital de Asiria. Viste la aflicción de Tu pueblo y tuviste compasión de ellos (2 R 14:23–27). ¡Grande eres Tú, Señor, y muy digno de alabanza! ¡Aleluya!

Hoy en Tu Palabra

Hoy me hablaste sobre la muerte de Eliseo y el reinado de Amasías, hijo de Joás. Me sorprendió leer que Eliseo, el hombre de fe, el hombre que había sanado a otros, el que resucitó a un niño de entre los muertos, “se enfermó con la enfermedad de la cual había de morir” (2 R 13:14). Esto me enseña que la sanidad no siempre es Tu voluntad aun cuando se trate de un hombre verdaderamente justo. La fe que cree que siempre obtendrá la sanidad al clamarla, en realidad puede ser una fe que está en contra de Tu voluntad. Cuando el nieto de Jehú, Joás, rey de Israel, se enteró que Eliseo estaba enfermo, lo fue a ver. Pero Eliseo probó lo que estaba en su corazón. Lamentablemente, Joás demostró ser un hombre de poca fe. Hizo lo que Eliseo le pidió, pero no estaba dispuesto a poner su futuro militar y su futuro político en Tus manos. Qué trágico que muchas veces la gente se deja vencer por la incredulidad en vez de aceptar la victoria que Tú ofreces. Mientras tanto, Amasías, hijo de Joás, seguía en los caminos de su padre—“Hizo lo recto ante los ojos del Señor, pero no como su padre David; hizo conforme a todo lo que su padre Joás había hecho” (2 R 14:3). Amasías sin duda tenía un corazón dividido. Se vengó de la muerte de su padre de acuerdo a la ley, obedeció cuando le dijiste que despidiera las tropas de Israel. Sin embargo, fue cruel conquistador de los Edomitas, tontamente adoró a los dioses de Edom, no siguió el consejo del profeta acerca de su idolatría, y buscó guerra con Joás. ¿Cómo pudo haberte obedecido en un momento y haberte desobedecido al otro? Tales son las acciones de un hombre cuyo corazón no es perfecto delante de Ti. Amasías endureció su corazón cuando lo corregiste, y amenazó al profeta que Tú le mandaste. Considerando al hombre que no obedece, el profeta dijo, “Yo sé que Dios ha determinado destruirte, porque has hecho esto y no has escuchado mi palabra” (2 Cr 25:16b). ¡Qué palabras tan terribles! Amasías fue asesinado por sus propios oficiales a la edad de cincuenta y cuatro años. Él siguió a su padre hasta en la muerte.

Reflexión

Amasías preguntó: “¿Y qué debo hacer con los 3.4 toneladas que he dado a las tropas de Israel?” ¿Estoy yo igualmente preocupado por lo que podría perder si Te obedezco? ¿Se me olvida que Tú “tienes mucho más que darme”? (2 Cr 25:9).

Petición

Padre, dame un corazón que sea perfecto delante de Ti. Ayúdame a buscar primeramente Tu reino y Tu justicia. Dame fervor para Ti y el deseo para agradarte en todo.

Agradecimiento

Gracias por Tu misericordia y por Tu gracia. Estoy tan agradecido por la dirección del Espíritu Santo, quien guía mi conciencia y prueba mis pensamientos. Qué mis oídos siempre estén atentos a Tu voz.

En el nombre de Jesucristo, Amén.

Versículo de Meditación: 2 Crónicas 26:5.